Aristóteles Moreno - Perdonen las molestias

Puzzle

Las piezas encajan y la geometría del relato perfecto aparece

Sabemos que el 6 de marzo se celebró una reunión en la calle Alcalá de Madrid, número 89, entre las 19.37 y las 20.03 horas. En el encuentro, Ignacio, Pablo e Isabel González examinaron las filtraciones que indicaban que sus actividades profesionales eran sometidas a una férrea vigilancia policial bajo mandato judicial. Los tres hermanos se interesaron por la identidad del responsable de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, algunos de cuyos miembros especializados coordinaban lo que cuarenta y tres días después se conoció públicamente como la Operación Lezo.

Sabemos que dos días después, el 8 de marzo , el secretario de Estado de Seguridad recibió en su despacho oficial a Pablo González, hermano del expresidente de la Comunidad de Madrid, hoy día en prisión incondicional acusado de graves delitos de corrupción y pertenencia a organización criminal.

También conocemos que José Antonio Nieto , número 2 del Ministerio de Interior, y Pablo González no era la primera vez que se entrevistaban. En su calidad de alcalde de Córdoba entre 2011 y 2015, el señor Nieto había desarrollado una profusa relación institucional con el entonces director de expansión de Mercasa, a propósito de varios proyectos gastronómicos, el más relevante de ellos el futuro mercado gourmet previsto en el antiguo edificio del Pósito de la Plaza de la Corredera . Diversas fuentes describen como «fluida» la relación entre Pablo González y el Ayuntamiento de Córdoba, ahora y en los años en que el señor Nieto fue regidor de la ciudad.

Nada más salir de la reunión del 8 de marzo, Pablo González efectuó una llamada telefónica para transmitirle a su interlocutor que acababa de entrevistarse con el máximo responsable de los cuerpos policiales y que ya le precisaría su contenido con más detalle .

Los hermanos González sabían que sus conversaciones estaban siendo interceptadas por la Policía bajo orden judicial y, en efecto, esta llamada figura en el sumario declarado secreto por el juez Eloy Velasco . Los fiscales del caso, en un nuevo escrito elaborado hace dos días, subrayan que los investigados desplegaron una intensa red de influencias políticas y judiciales para intentar perturbar las pesquisas y lograr la «impunidad de las acciones» . Así se precisa literalmente en el escrito.

El señor Nieto asegura que el encuentro con el hoy encausado apenas duró 15 minutos. La reunión, insiste el número 2 de Interior, fue protocolaria y abordó superficialmente cuestiones relacionadas con la seguridad de los mercados públicos. En el momento en que se produjo la entrevista, sostiene Nieto, el secretario de Estado no tenía la más mínima información sobre la Operación Lezo ni mucho menos acerca de las sospechas judiciales que gravitaban alrededor de su interlocutor.

Ahora sabemos que en el listado de visitas del Ministerio del Interior no aparece el registro de Pablo González . Estas cosas pasan. Solicitas un encuentro con el número 2 del departamento que gestiona la seguridad del Estado y el boletín de entrada y salida de un encausado en la Operación Lezo se extravía en las cañerías de la administración.

El señor Nieto se esfuerza por convencernos de que la reunión con uno de los presuntos cabecillas de esta nueva e inacabable trama que está pudriendo los cimientos del país ha sido un accidente que ha caído por casualidad en medio de un puzzle en el que encajan todas las piezas. Y es posible que sea cierta su versión . Con todos estos datos, la Fiscalía muy probablemente no tenga materia suficiente para poner en pie un supuesto penal. Pero las piezas del rompecabezas se ensamblan con la geometría del relato perfecto.

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