Coronavirus en Córdoba
El puente de Todos los Santos en Córdoba, la gran cosecha que se llevó el Covid-19
La enfermedad impide lo que pudieron ser tres días pletóricos con muy buen tiempo
El confinamiento , el único confinamiento como tal que hay hasta ahora en Córdoba, estuvo acompañado muchos días por un tiempo que no tentaba. En marzo puede hacer calor, pero el tiempo era frío y húmedo, con muchos días en que el cielo tenía color de panza de burra, como contagiado por la tristeza y el miedo que atenazó aquellos días del año bisiesto.
Dicen los psicólogos que en aquellas situaciones de encierro el tiempo gris no ayudaba, que era mejor el sol aunque no se pudiese salir de casa. Ahora no hay confinamiento más que en unas cuantas horas por la noche, pero el tiempo es mucho más tentador y dulce , más duro de llevar para quien no tiene más remedio que moverse pocos metros y tener cuidado.
Los hoteles y restaurantes de la Judería vivían tranquilos sin que hubiese mucha gente en sus terrazas disfrutando de los casi treinta grados. En otras circunstancias, un 2 de noviembre festivo en toda España con casi todo el mundo en camisa y sin jersey hubiera dado para varios turnos, muchos contratos y las mesas llenas desde el mediodía, porque los turistas extranjeros muchas veces tienen otros horarios, hasta casi la anochecida.
Este martes, como también el domingo 1 de noviembre, víspera de festivo, el día tuvo gente, pero no el aire de excepción de aquellos grandes puentes. No hubo gente que amenazara con colapsar el Puente Romano como en esas fotos de otros años. A las dos de la tarde, la Judería tenía el aire calmado de una noche de otoño laborable. Había quien tomaba el almuerzo en los veladores de la plaza de la Agrupación de Cofradías, pero también mesas vacías.
En Céspedes, en ese momento en que todo está lleno y los rezagados preguntan cuánto tiempo tendrán que esperar para sentarse a tomar algo, los camareros salían a la puerta por si podían captar algún cliente. La Mezquita-Catedral no tuvo las colas de cualquier día festivo en ese momento, y aunque no faltaron visitantes eran casi una anécdota al lado del imán que siempre fue el monumento. Por Camposanto de los Mártires había algunas familias disfrutando del sol, que había dado a muchos la excusa perfecta para quedarse en camiseta, pero eran casi todas cordobesas.
Muchos cordobeses disfrutaban del tiempo soleado en las terrazas del Centro, pero a Córdoba casi no había quien pudiera venir. De las seis provincias vecinas sólo dos, Badajoz y Málaga , permiten a sus habitantes salir de sus propias ciudades, y en el mismo territorio de Córdoba los municipios más populosos, los del sur de la provincia, también están encerrados.
Los termómetros callejeros, que ya se sabe que no tienen la consideración de científicos, marcaban 30 grados en Las Tendillas y algo más en el Paseo de la Victoria y apenas había problemas para aparcar. Las familias que habían salido, aquellas que no tienen miedo a la enfermedad o que saben que podrán hacer algún gasto extra en un restaurante o en una cafetería, apuraron la tarde y el puente y se marcharon casi al atardecer. Pudo haber sido un puente de mucha cosecha, pero el coronavirus se la llevó toda.
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