Rafael González - La cera que arde

En prueba

Sonría al pasar por la Cuesta del Espino. Salga guapo en la foto

SUELO pasar por la Cuesta del Espino como cuatro o seis veces en semana y sonrío. Me gusta salir guapo en las fotos . La última vez sólo retrataron el culo de mi coche y no quedó muy bien, ya que el culo de un utilitario no es comparable al de una Kardashian, por ejemplo. Es muy distinto. He pensado a veces en saludar al cinemómetro sacando el mío por la ventanilla, pero debo hacer un movimiento entre prono y supino, me molesta el cinturón de seguridad y no quiero que encima me sancionen por conducir con un culo-carpeta tan poco estético. Un culo-carpeta, para aquéllos y aquéllas que no lo padezcan, es aquél que une la espalda directamente con la muslera , sin transición física, con lo cual nos queda un trasero que en realidad no lo es. Sirve para sentarse y poco más. Así que procuro darle el uso correspondiente y no lo levanto del asiento del conductor hasta que llego a Sevilla y estaciono en una zona verde con cierta nostalgia de las zonas verdes que en Córdoba casi fueron y solo son azules.

Las zonas verdes son tremendamente útiles para los residentes de áreas urbanas céntricas , que tienen la posibilidad de estacionar a módico precio sin necesidad de agenciarse una cochera que después, si palmas, hereda la Consejería Tributaria de Drones Catastrales y Difuntos Andaluces. Los cascos céntricos de las ciudades españolas están cargados de historia y suelen tener vecinos. Los vecinos, a su vez, y dado que aunque son históricos pero de este siglo, acostumbran a conducir vehículo propio y no una calesa o un burro de carga. Parece ser que la tendencia es que las ciudades sean cada vez más peatonales, caminables, vivibles, transversales, transgénero, sostenibles y polisexuales, lo cual no obliga a que el vecino deba meterse el coche por salva sea la parte, sobre todo si tiene un culo-carpeta, que, como ya he explicado, en general solo sirve para que te lo pateen o lo deposites en una silla. Por eso hay ciudades donde facilitan esa labor (no la de depositar el vehículo bajo la cintura, sino de estacionar un poquito y circular algo) y establecen zonas, horarios y trazados para que la vida sea más cómoda y la convivencia se convierta en algo más que en una día europeo o en una jornadas vecinales.

Rechazadas las zonas verdes, eliminadas las azules y establecidas las líneas rojas, el consistorio cordobés ha inventado el modo «en pruebas». La remodelación de Capitulares queda pues, sometida a la prueba del nueve, del algodón, de la rana o a cualquier prueba habida en la historia de la humanidad y que son razón de ser del progreso a través del método ensayo-error. No nos debe extrañar que ello sea así en la ciudad de centro de congresos en pruebas, de la prueba de la búsqueda de terreno para la comisaría de campo Madre de Dios o esa gran prueba diaria que es soportar a un equipo de gobierno municipal en pruebas desde que tomaron el cargo.

Si buscamos cosas que ya tienen efectividad comprobada, váyase a la Cuesta del Espino y pase de 80 km/h . Verá la prueba que le llega a casa. La prueba de que Córdoba es eficiente a la hora del encalome sancionador. Y si además calza un culo-carpeta, no podrá ni sentarse ni acoplarlo cerca de la calle Capitulares, que está en periodo de pruebas.

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