Perdonen las molestias
«Procés» Guijarrosa
29 años, 9 meses y diez días después, la pedanía indomable se independiza de Santaella. Lo cual qué quieren que les diga
EL 15 de marzo de 2002 efectivos de la Guardia Civil desalojaron a una treintena de activistas de La Guijarrosa encerrados en el Ayuntamiento de Santaella . Los miembros del instituto armado fueron sacando uno a uno a los amotinados en una imagen que ya forma parte de la heroica historia patriótica guijarroseña. Era la quinta ocupación en catorce años del Consistorio opresor . Nada más abandonar las dependencias municipales de Santaella, el líder carismático de la pedanía oprimida pronunció las palabras mágicas: «Queremos dirigir nuestro propio destino».
Aquellos fueron años de exaltación identitaria . Lo que los expertos denominan construcción nacional. O construcción municipal, en este caso. El tamaño, como cualquier lector adulto sabe, es lo de menos. Lo importante es la determinación colectiva. O la autodeterminación, si admitimos la terminología al uso. Y La Guijarrosa la tenía. La determinación, queremos decir. Desde que un día de 1988, por razones difíciles de precisar , experimentó un brote soberanista y presentó su primer expediente segregacionista de Santaella.
El camino ha sido largo y tortuoso. Con todas las vicisitudes propias de un movimiento de liberación nacional. O municipal, en este caso. Enumeramos la hoja de ruta: toma de conciencia, acumulación de fuerzas, hegemonía política, conquista del autogobierno, líder carismático, mártires por la patria y confrontación con el poder ocupante. Y así, pasito a pasito, hasta lograr la independencia (municipal) el 2 de octubre de 2018. Día nacional de La Guijarrosa .
La Guijarrosa ha tenido su «procés». 29 años, 9 meses y diez días de «procés» para ser exactos, tal como remarcó Manuel Ruiz el martes pasado entre lágrimas tras hacerse público que el Estado había doblado la cerviz. El señor Ruiz es el líder carismático del que le hablábamos antes. La pieza indispensable de todo movimiento identitario con aspiraciones nacionales. O municipales, en este caso.
Podríamos decir que la vía Guijarrosa a la secesión no ha seguido el modelo canadiense ni el de la ruptura unilateral del señor Puigdemont y sus mariachis . Eso hay que reconocerlo. Los comités de defensa guijarroseños han sido pertinaces como la sequía. Está claro. Pero nunca han desbordado el marco constitucional ni se han echado al monte como la Asamblea Nacional Catalana. Podremos reprocharles una terquedad muy típica de la campiña en la consecución de sus objetivos. Han tomado el Ayuntamiento de Santaella, han colapsado la circulación en Córdoba capital y han marchado sobre Sevilla bajo una estrategia implacable de mosca cojonera . De acuerdo. Pero siempre al amparo de la ley.
Es la vía martillo pilón . A caballo entre el modelo pactado escocés y la partición en canal de Checoslovaquia . Desde ese punto de vista, La Guijarrosa marca un punto de inflexión en los fenómenos de liberación nacional de medio mundo. Municipal, en este caso. Un pueblo, una determinación, una estrategia de mosca cojonera. Victoria o matraca. Esa ha sido la bandera de estos 1.300 habitantes contra viento y marea y el dictamen negativo del Consejo Consultivo .
No hay normativa ni Ley de Racionalización de Administraciones Locales que mitiguen la fiebre soberanista de un pueblo. Cuando el virus identitario se activa de poco sirven las vacunas. Así pasen 29 años, 9 meses y diez días. El martes pasado La Guijarrosa era una fiesta. Cohetes, lágrimas y emoción celebraron este final de viaje largo como un amor de verano. Otra cosa es que la creciente cantonalización del universo conduzca a algún lugar razonable. Pero, oiga, eso es harina de otro costal .