ANÁLISIS
De lío en lío: el primer año de Isabel Ambrosio al frente del Ayuntamiento de Córdoba
La improvisación y la mínima gestión salpican los doce primeros meses de la nueva etapa política
La corporación municipal de Córdoba pasará el martes de la próxima semana el Rubicón de su primer año político , los doce meses desde las elecciones del 24 de mayo de 2015, cuando los resultados de los comicios locales permitieron un gobierno a dos entre los socialistas e Izquierda Unida con el apoyo externo de Ganemos. Desde entonces, hay para escribir una novela.
Si no ha sido una cosa ha sido otra. El equipo de Ambrosio se ha visto expuesto a la tormenta mientras la oposición se limitaba a sentarse y mirar. La corporación nació como se ha desarrollado en estos doce meses: convulsa . Ambrosio llegó al cargo con siete concejales, cuatro de Izquierda Unida (que pasó a ser la cuarta fuerza política) y los cuatro votos de Ganemos, que decidió a última hora no estar en el gobierno. Precisamente esa heterogeneidad -ese ser de su padre y de su madre, respectivamente- es lo que ha llevado al equipo de gobierno a andar de charco en charco . Tanto, que la existencia de una crisis de gobierno ha sobrevolado en varias ocasiones.
Isabel Ambrosio está haciendo ahora todo lo que puede por desprenderse de etiquetas. Empezó el mandato prometiendo laicidad -retirada de símbolos, etcétera- y acabará con el bastón de mando tras un paso. Ya ha dado los primeros síntomas con el llamador de la Esperanza y el Amor, no falta a las romerías y se ha prodigado en gestos con el mundo de las cofradías como pedir perdón por desaires, aunque empezó dejándose arrastrar por la política de gestos que le exigían sus socios de gobierno. Para muestra, el episodio del crucifijo o el del cuadro de San Rafael . Ambrosio ha intentado, a su manera, reorientar esa política para eludir la etiqueta de «radical». El detonante fueron dos decisiones, una simbólica y otra de gestión: el minuto de silencio por los bombardeos franceses tras los brutales atentados de París y la retirada de ayudas a determinadas organizaciones no gubernamentales de inspiración católica .
Críticas de la oposición
La negativa a continuar proyectos iniciados por el anterior equipo de gobierno del PP ha marcado también esta primera etapa política. Desde el grupo popular el análisis es muy crítico: «Empezaron con un revisionismo de proyectos sectario , con el único propósito de distanciarse del equipo de gobierno anterior», afirma el portavoz del PP, José María Bellido . La conclusión, asegura, es un gobierno «que no se ha asentado» y que ha generado problemas allí donde nos los había. Tiene que ver, afirma, con el hecho de que el PSOE «no estaba preparado para gobernar Córdoba».
Para Unión Cordobesa se ha evidenciado la «debilidad» de un gobierno de 11 ediles (de un total de 29), «preocupado en apagar los fuegos internos e intentando no romperse en los obligados acercamientos» a Ganemos, según expresa su portavoz, Rafael Serrano . Además, UCOR denuncia que el cogobierno está «sobre todo sin ideas» en materia de creación de empleo. El análisis es similar desde la bancada de Ciudadanos: su portavoz, José Luis Vilches , afirma que «no esperábamos que tomase decisiones tan radicales, que nada tenían que ver con el sentir de la mayoría de los cordobeses y mucho con un pacto de investidura, que tantos dolores de cabeza está dando a los cordobeses».
García: el alcalde sin bastón
Los socialistas han intentado reafirmar su presencia en el gobierno, básicamente, porque Izquierda Unida se los estaba comiendo y Ganemos, desde fuera, exigía. El primer teniente de alcalde, Pedro García , ejerció en una primera etapa como como alcalde sin bastón de mando ante los silencios de la alcaldesa. IU se quedó con áreas clave que el PSOE intenta derivar con cierto control político como se ha visto con la propuesta de reformular el Plan General o lidiar el episodio del centro comercial de Rabanales 21 , primero un símbolo del capitalismo salvaje y ahora un proyecto sobre el que no se tienen reticencias. Las relaciones con el Córdoba CF , una entidad de enorme proyección, han entrado en la fase de la falta de respeto y cualquier posibilidad de diálogo con la cementera Cosmos pasan por una sentencia judicial.
El caso es que alguien tendría que empezar a preocuparse por lo sustancial en vez de por lo simbólico. En el Ayuntamiento se debate como si no hubiera un mañana de los toros o del pacto antiterrorista y resulta que la creación de empleo , que es el principal problema, se está enfriando. Las carencias de la ciudad son evidentes en sectores como el turismo que aporta trabajo estacional, sí, pero trabajo al fin y al cabo. Lo ocurrido con el Alcázar -una gestión disparatada, según la opinión más extendida incluso dentro del gobierno- no es sino la piedra de toque de la falta de enfoque. Para acabar, las críticas sobre la administración del concurso de Patios , dos semanas de una enorme relevancia para la proyección de Córdoba, ha obligado incluso a pedir disculpas.