Rafael Aguilar - El norte del sur
Priego de Cabra
El PP ha señalado al joven alcalde egabrense para que todos aprendan el camino a seguir: calle, calle y más calle
SI el presidente del Gobierno se toma la molestia de desplazarse a tu pueblo desde la capital del Reino para soplar las velas contigo y te aplaude cuando los fieles te cantan cumpleaños feliz es que tu carrera política tiene futuro. Y si además los que haces son treinta y cuatro no hay dudas de que van a contar contigo y mucho. Fernando Priego, el aún joven alcalde de Cabra, es el hombre de moda en el PP cordobés y uno de los nombres en los que la dirección nacional se ha fijado como ejemplo de lo que hay que hacer cuando uno desempeña un cargo público. Nada de ocho horas en el despacho ni de estrategias diseñadas en los reservados de los restaurantes, sino calle, calle y calle. Y luego más calle. Cercanía. Recorrerse el pueblo -y quien dice pueblo dice ciudad- de palmo a palmo un día sí y otro también. Que la gente te conozca. Darle vueltas a esa cualidad humana que se llama empatía. Que se hable de ti, que se hable contigo. Que la vecina del barrio de la Villa se entretenga en contarte si el servicio de recogida de basura funciona bien o mal y que tú la escuches con una sonrisa encantadora de niño bueno y en el que se puede confiar. Que el dueño de una casa de campo en una de las aldeas se te plante en el Ayuntamiento un día de mucho lío con los expedientes del próximo pleno municipal y que se ponga a quejarse del estado de los accesos al centro de la localidad y que tú le sientes en la mesa de tu despacho y lo escuches como si ese día no tuvieses nada más importante de lo que ocuparte.
El alcalde treintañero de Cabra ha metido a su pueblo en el «prime time» del Telediario y esta vez no ha sido en una noticia de cola en la que un experto cuente que la localidad es el centro geográfico de Andalucía. No. El mismísimo presidente del Gobierno ha arrancado la precampaña a las elecciones generales en la zona monumental del municipio después de tomarse unos pestiños junto a la Ciudad de los Niños y de aprender qué es un gajorro, que ya de paso lo ha aprendido media España. Es obvio: a Priego le están tirando los tejos porque el PP no tiene nada mejor en lo que mirarse en varios cientos de kilómetros a la redonda de la población de la Subbética. A la espera de que se dilucide el futuro político de José Antonio Nieto, la formación se las ve en Córdoba en una dura, durísima tesitura en la que se mezclan el amargo repliegue de fuerzas y la desorientación por la falta de un líder con empuje que coja la bandera de otro proyecto ilusionante. Abatidos aún por la severa derrota de las elecciones locales y temerosos de que la cita con las urnas previa en vísperas de la Navidad le dé una vuelta de tuerca letal a las lagunas de un modelo de hacer política, el Partido Popular de la provincia ha señalado al regidor egabrense para que todos -todos, por más que duela- aprendan cuál es el camino a seguir. Que el que le espera a Fernando Priego ya se lo dejó caer, quizás, el presidente del Gobierno entre pestiño y pestiño.