APUNTES AL MARGEN

El PP en su encrucijada

Los populares van camino de ser segundos o terceros en las elecciones andaluzas, según las encuestas, razón de más para regenerarse pese a un hipotético pacto con Ciudadanos

Acto electoral de los populares este fin de semana en Granada EFE

Rafael Ruiz

En los días que restan hasta el dos de diciembre, según señalan los sondeos, se vivirán los últimos días del PP andaluz tal y como lo conocimos. Los altos cargos del partido reconocen en privado que la cuestión no es el golpe sino la profundidad de la fractura . El debate radica hoy en cuánto va a doler más que en la posibilidad de cardenales, que se dan por hechos. Va camino de cerrarse un ciclo que arrancó en las elecciones municipales de 1995 , cuando los populares, que por entonces comandaba Javier Arenas , dieron la campanada ganando plazas que siempre le fueron negadas al centro derecha.

Solo han pasado seis años de la noche electoral en la que los populares ganaron las autonómicas en Andalucía . Cierto que no llegaron a gobernar como consecuencia del acuerdo entre PSOE e IU , que Susana Díaz dinamitó en persona (apunten en Adelante Andalucía lo que ocurre cuando se mete la cabeza en la boca del león). Pero la distancia entre aquellos días y estos parece de siglos y no de apenas un lustro. Encuestas, como la de Gad3 para ABC, auguran una horquilla de entre 23 y 27 diputados en el Parlamento de Andalucía frente a los 50 de aquellas elecciones , donde los populares obtuvieron millón y medio de votos.

El PP andaluz se encuentra tremendamente asentado en zonas del litoral y las grandes urbes de la comunidad así como en un ramillete de plazas medias del tamaño de Cabra o Pozoblanco . Por el contrario, nunca ha sido capaz de articular una presencia relevante en el mundo rural donde los socialistas llegaron primero. El 55 por ciento de los 8,3 millones de andaluces residen en las grandes aglomeraciones urbanas. Eso significa que, a lo largo de la democracia, no se ha producido una implantación lo suficientemente relevante de una fuerza de gobierno alternativa para algo menos de la mitad de la población de la comunidad.

La disgregación del centro derecha y la derecha han hecho el resto. Si la izquierda siempre fue dividida a las elecciones, los populares han tenido que pasar el trago de ver ahora como su espacio se divide en tres: el voto tradicional popular, la vertiente más liberal de Ciudadanos y Vox, que irrumpe con fuerza en el «alt right» (más Bannon que José Antonio) con tres ideas básicas de compra para el electorado conservador . Eso ha llevado a un cierto desnorte entre las filas populares donde se reconoce no entender muy bien qué ocurre. Los que han sido depositarios del espíritu de oposición a casi cuatro décadas de socialismo andaluz no entienden muy bien cómo se les disputa el espacio entre el colaboracionismo naranja o la irrupción de la derecha dura desprovista de complejo s . Que en términos estadísticos da la impresión de ser poco relevante pero que tendrá su miga cuando haya que rellenar las casillas de la ley D’Hondt .

El PP andaluz se encuentra en una tormenta perfecta . Un liderazgo poco consolidado, una nueva etapa en Madrid salida de una batalla cainita, una estrategia de comunicación que ha caído en la trampa de la metonimia : Considerar la parte por el todo, identificar al PSOE andaluz con Andalucía . Se ha producido también un efecto disgregador producto de las guerrillas locales que tienen el partido desarbolado en provincias como Sevilla y la adopción de una clase dirigente poco permeable a los estímulos de la sociedad civil producto de una hipertrofia de la profesionalización de la política. El PP ni siquiera ha podido rentabilizar sus denuncias sobre corrupción como, metafóricamente, demuestra que se haya apartado de las listas a personas como Teresa Ruiz-Sillero tras su encomiable trabajo en defensa de la higiene política.

El PP andaluz va camino de ser segundo o tercero, si las encuestas tienen razón. Pero lo que parece claro es que la refundación no solo es buena sino necesaria . Como respirar. En el cortoplacismo instalado en la política, pudiera parecer que un gobierno con Cs, si los números dieran, sería la salida posible. Al contrario, enquistaría el problema. Y es el siguiente: no se puede hacer política a pesar de los andaluces. Si el PP ganaba , como bien decía el socialista Juan Pablo Durán, era porque generó el partido que más se parecía a los votantes . Y eso es lo que le toca al que quede de pie el tres de diciembre.

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