Pretérito Imperfecto
El pirómano
Todos asumen que Navarrete fue doce años amo del «cortijo» de los Bomberos, pero nadie sabía nada; aunque dejaron que lo fuera

El Palacio de la Merced , sede de la Diputación de Córdoba , es tan grande que puede permanecer en su interior un tipo durante doce años llevándose a su bolsillo más de seiscientos mil euros (cien millones de las antiguas pesetas) de ... la red de parques de bomberos de la provincia sin que nadie se entere. En honor a la verdad, recuerden casos de trabajadores de la Administración paralela de la Junta que cobraban sin pisar su mesa. O quien, fallecido, seguía al «pie del cañón». Así lo acaban de atestiguar tanto la Fiscalía como el abogado de la propia institución provincial en el juicio que se sigue contra el exgerente del Consorcio Provincial de los Bomberos entre 2000 y 2012 -en su día, capitoste de los socialistas de Córdoba, por más señas, de Ciudad Jardín -. Asistiendo a su trabajo diariamente, guardando o no las formas, en coche oficial o particular, desayunando cada mañana con camaradería con sus compañeros del PSOE , con sus diputados, dando abrazos a diestro y siniestro, cursando estudios de patrón de barco, haciendo virguerías contables con las arcas y el sistema informático públicos, dándose a la buena (o mala) vida; llevándose papeles a su trastero en maletines..., pero en el más absoluto anonimato, con una finezza digna de los mejores ladrones de guante blanco y dejando una roncha con la Seguridad Social y la Agencia Tributaria millonaria (unos trece millones), que aún seguimos pagando todos.
El propio señor Navarrete ha admitido ante el jurado que ha de dilucidar su futuro que se lo llevó calentito. No recuerda cuánto, pero en un ataque de estratégica honestidad, ha revelado que lo hizo, aunque el ente de la Diputación que también costean los ayuntamientos seguía funcionando y apagando fuegos, aunque él avivara las llamas por dentro. Un pirómano en casa de los Bomberos. Un zorro con las llaves del corral de gallinas.
Repito, nadie sabía nada. Ni la secretaria que acudía a las reuniones del Consorcio , ni los interventores, ni los jefes políticos de don Antonio que confiaron en un hombre del aparato para desplegar mangueras y cubas por doquier, ni el ujier con carné que vigila cada esquina de la Casa por donde Colón cavilaba hace siglos sus aventuras hacia las Indias. Cuando el PP destapó el pastel del agujero contable millonario y la malversación de caudales públicos amén de la manipulación de documentos, la plana mayor socialista acudió a una máxima que les sonará: esto es cuestión de un indecente e irresponsable..., al que ya nadie conocía. Repito, doce años, cada mañana. Testigos y otrora responsables políticos coinciden en atribuirle el papel de «factótum» de un «cortijo» que formaba parte de una Administración sobre la que, suponemos, funcionan los controles fiscales y técnicos. Pero, nadie sabía nada.
¿Quién le dio todas esas atribuciones? ¿Cómo se permitía que actuara sin control si todos lo sabían? ¿Tan irrelevante era un ente en el que la plantilla , sin ir más lejos, se multiplicó por cuatro bajo su gerencia...? ¿Dónde está el dinero? ¿Por qué pese a ser apartado de sus funciones en 2012, siguió trabajando hasta su jubilación en 2016?
Si como finalmente parece (aunque nunca se sabe), el juez condena al señor Navarrete por apropiación indebida y falsedad documental -el Ministerio Público y la propia Diputación han rebajado a dos años la petición de cárcel para el contable, presunto cooperador necesario-, tendremos a un cargo socialista de la Diputación sentenciado por un flagrante caso de corrupción. Será el momento de la amnesia, los cortafuegos y el desconocimiento. Nadie sabía nada.
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