EXPOSICIÓN
La pintura de Antonio Povedano vuelve a las salas de Córdoba plena de vanguardia y vigor
Vimcorsa y la Fundación Botí recopilan obras de todas las etapas y géneros del autor
Un creador incansable con mucha capacidad de trabajo y un vanguardista que vio el mundo de su tiempo y lo plasmó con los lenguajes que en cada momento eran más actuales. Así es la impresión de Antonio Povedano Bermúdez que se llevará el que visite la gran exposición que le dedica Córdoba en el año en que se cumple el centenario de su nacimiento y la década de su muerte . Se podrá visitara hasta el 18 de noviembre.
El Ayuntamiento de Córdoba y la Diputación Provincial se han unido para una cita en dos espacios distintos que abarca todo el afán creador de Antonio Povedano, que fue intenso y variado. En la primera sala, el centro de arte Rafael Botí , se comienza con sus primeros años, con la etapa de formación en la que ya se sentía atraído por el paisaje, pero estaba a la búsqueda de un lenguaje propio, en los años 40. Lo encuentra y se muestra también en ese espacio, sobre todo con los retratos que hacía a lápiz de grandes escritores, desde Dámaso Alonso y Gerardo Diego a Ricardo Molina y Pablo García Baena , muy marcados por lo geométrico.
La primera planta también recoge cómo cultivó el paisaje , y lo hizo a base de un lenguaje figurativo muy libre , en que las líneas del horizonte, el campo, el cielo y el mar aparecen apenas sugeridos por grandes pinceladas. Son obras que tienen parte de su estilo más reconocible y comparten espacio con bocetos de murales para las iglesias de los pueblos de colonización que se construyeron en la década de 1960, y donde ya avanza un lenguaje nuevo.
En la sala Vimcorsa la muestra es muy ambiciosa y recoge cómo Antonio Povedano fue uno de los pioneros de lo que se llamó la «neofiguración» , es decir, plasmar la realidad desde una perspectiva nueva. Por eso mira al costumbrismo y al mundo que lo rodea, pero lo hace con un lenguaje radicalmente innovador. Es lo que sucede con su serie de «Picaores» , en que esta figura taurina aparece deconstruida y reconstruida, con todo el vigor de su trabajo, pero en un momento en que el espectador tiene que montar la imagen en la cabeza.
Se llega por ahí a sus retratos imaginarios , tanto los de grandes personajes como Aranguren y Quevedo hasta los del flamenco, que aparecen sin rasgos personales. El arte jondo fue una de sus grandes pasiones y hay carteles de peñas y relacionados con el cante. Las vitrinas además abundan en el material preparatorio para sus obras y la exposición acaba con las vidrieras sacras y alegóricas. Se reproduce la más importante de todas: la de Santa María Madre de la Iglesia , en el barrio de Santa Rosa de Córdoba, rica tanto en colores como en belleza.