PERDONEN LAS MOLESTIAS
Dúo Pimpinela
Nos emociona el psicodrama de precampaña que interpretan doña Susana y don Juan. Un aplauso, por favor, para este nuevo disco
DOÑA Susana Díaz y don Juan Marín se han lanzado al mundo de la interpretación para rescatar los viejos temas del dúo Pimpinela. ¿Qué les vamos a decir del dúo Pimpinela que ustedes no sepan? Aquella pareja deliciosa que dramatizaba sobre el escenario las querellas destempladas del amor. Una infidelidad, un despecho, una traición, un incumplimiento del acuerdo programático en la recta final de las autonómicas. Ay, qué dolor.
Don Juan Marín, por lo visto, ha caído presa de la melancolía ante las falsas promesas de su pareja de Gobierno, justo ahora que las encuestas dicen lo que dicen y Albert Rivera ha examinado las perspectivas demoscópicas con todo lujo de detalle. Y ahí lo tienen. Hecho un mar de lágrimas, que si los aforamientos, que si las listas abiertas, que si la oficina de fraude. Que alguien le dé un pañuelo a ese hombre, por el amor de Dios.
¿Y doña Susana Díaz? Por favor. Un témpano de hielo. Un carámbano de mujer, ajena al dolor inconsolable de su amado en estado de trance electoral. A la presidenta no le hemos visto un mísero gesto de reparación. Ni un propósito de concordia. Ni un intento de esquivar el abismo al que parece abocada esta pasión de legislatura que se nos escapa de las manos.
El dúo Pimpinela tenía la extraña virtud de hacernos llorar a moco tendido con las burdas mentiras que representaban sobre el escenario, sabiendo como sabíamos que eran hermanos de sangre y actores de reparto en la comedia de la vida. Pero oiga: la vida es sueño, como decía Calderón de la Barca, y como ahora nos recuerdan doña Susana y don Juan en esta opereta simpatiquísima de final de verano.
Don Juan Marín se ha sacado de la manga la coartada de los aforamientos como podría haber montado el clásico numerito de celos. Cualquier excusa vale para fingir la ruptura, precipitar el adelanto electoral y presentarse a las autonómicas como dos opciones independientes, diferenciadas y, sobre todo, solteras. Es decir: la vida misma. Todos sabemos que se trata de un psicodrama de precampaña y ellos saben que nosotros sabemos. Lo cual ni a ellos ni a nosotros nos exime de estar haciendo el tonto, cada uno en su lugar.
Lo que viene ahora en la campaña electoral figura ya en la discografía completa de Pimpinela. O sea: un catálogo enternecedor de reproches y lamentos en la más pura lógica de dos amantes despechados. Repasemos los títulos del dúo argentino: «Olvídame y pega la vuelta»; «Igual que perros y gatos»; «En lo bueno y en lo malo»; «Hay amores que matan», y etcétera. Hasta llegar previsiblemente al ataque de cuernos (políticos) ante la eventualidad de un cambio de pareja de Gobierno. Nos referimos al éxito arrollador de «Dímelo delante de ella».
Estaremos atentos.
Los equipos de campaña ya están trabajando en la letra del próximo disco. Todo apunta a una vuelta de tuerca de los «hit parade» de siempre. Doña Susana suspirará por un puñado de votos que le permitan vivir en el Ejecutivo sin depender de nadie. Don Juan dirá que una y no más, santo Tomás. Nada nuevo bajo el sol de la impostura de campaña y otros éxitos discográficos imperecederos. Y así, canción a canción, hasta el recuento de sufragios en la noche decisiva. Será entonces cuando probablemente doña Susana y don Juan se cojan de la mano para cantar a dúo el irrepetible temazo «Tú me prometiste volver». Qué nervios.
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