Nati Gavira - Puerta Giratoria
«Personas guardadoras»
Ahora para matricular a tu hijo tienes destinada una casilla donde reza apellidos y nombre de la «persona guardadora»
Los guardianes de la corrección política se han pasado de frenada con la corrección lingüística . Los vigilantes de mantener a raya controvertidos términos como madre o padre se vienen perdiendo en lo más ancho del léxico y comienzan a ser muy ridículos sus atrevidos métodos profilácticos. Ahora, para matricular a tu hijo en el segundo ciclo de Educación Infantil tienes destinada una casilla donde reza apellidos y nombre de la persona guardadora (sic). Normalizar la palabra madre o padre puede ser ofensivo. Eso parece. Así evitan hocicar con realidades tan humillantes como familias compuestas por un hombre, una mujer y unos hijos. Hay que distanciarse y pulverizar las estructuras sociales , pensarán, porque así es más simple instalar el relativismo simplón que acaba en desquicie.
La Junta de Andalucía con sus impresos de escolarización cree estar resolviendo una parte de su política social , esa que carece de fundamento pero atrae titulares y desconecta la realidad de lo importante, de la idea de servicio y progreso que hace mucho tiempo abandonó. La igualdad de tratamiento no obliga a la igualdad de trato y, a lo mejor, una persona cuidadora soltera y madre se puede preguntar antes por las tarifas que impone la Junta para matricular a su hijo en las escuelas infantiles que por la deferencia de no desvelar su condición de mamá en solitario. Apuesto a que prefiere que le llamen madre y bonifiquen su matrícula y encuentre cobertura horaria en un centro público a reconocerse en esa pluralidad de familias que sobreentiende la Junta. Lo que esa persona desea es una enseñanza de calidad y no un remilgo estéril a favor de la igualdad , lo que busca es conciliar su trabajo con las necesidades de su hijo, y vivir. Nada más.
La corrección lingüística cuando más chirría es cuando tenemos que escuchar hablar a los que la defienden como en una trinchera para adornar su acción de gobierno. Desconcierta esa modalidad de alternar el género de las palabras a favor de la igualdad cuando en el retrogusto de sus palabras hay una buena dosis de ira contenida, otro tanto de rencor y algún centímetro cúbico de bilis hacia el adversario. Y nos crujen los oídos porque sabemos cómo pueden llegar a ser de descorteses para con nosotros y entre ellos, porque muchos saben que solo obtienen titulares con exabruptos y no con civismo, y nos imponen la corrección como salvoconducto del progreso, la equidad y eso. La desconexión entre lo real y el mundo creado por los políticos es tan profunda que han llegado a creer que no importa lo que se nos diga sino como se nos dice para que pensemos que para cada uno de nosotros hay un traje a medida en el armario de sus promesas. Para eso se han creado comisiones y observatorios de vigilancia lingüística para dotarlos de presupuestos, echarlos a andar, convocarlos pocas veces y emplear a los amigos.