Perdonen las molestias
Un asunto menor en Córdoba
Parece oírse con nitidez es el zumbido del fuego amigo de quienes quieren quitarla de la futura carrera municipal
La Cañada Real Soriana es la principal vía pecuaria de trashumancia. Como su propio nombre indica, arranca en Soria para atravesar buena parte de la península ibérica hasta alcanzar Sevilla. Su origen se pierde en la memoria de los tiempos. La legislación española protege las vías pecuarias y los caminos antiguos como bienes de dominio público . Es decir, por tratarse de espacios que nos pertenecen a todas (y todos), y no pueden ser, en modo alguno, enajenados, ni embargados, ni ocupados.
Hasta ahí la teoría. La práctica indica, en cambio, que las vías pecuarias y los caminos públicos son en este país el moño de la Tía Bernarda. En Córdoba , sin ir más lejos, la usurpación de las veredas y los senderos son el pan nuestro de cada día ante la complacencia de la administración pública, que prefiere mirar para Albacete mientras el poderoso lobby cinegético y agrícola hace de su capa un sayo.
Solo un grupito de cándidos activistas pone el dedo en la llaga de esta realidad lacerante como un dolor de muelas. Gente ilusa que todavía cree en los Reyes Magos y considera que el planeta es un don prodigioso para el disfrute de todos los ciudadanos. Da ternura verlos cada fin de semana dedicar su tiempo libre a estrellarse contra el muro de la impunidad con una convicción que nos recuerda que no todo está perdido.
Lo de la señora Ambrosio , por consiguiente, no es nada más que otra gotita en el océano del expolio a que sometemos el patrimonio natural público. La fiscalía sostiene que su chalé de Obejo ha invadido suelo protegido de la Cañada Real Soriana , tal como ha desvelado en primicia el periódico que tienen ustedes en sus manos. La ex alcaldesa de Córdoba tiene intacto su derecho a la presunción de inocencia, como es lógico, hasta que la justicia dictamine lo contrario.
No tenemos la menor idea de si la señora Ambrosio ha ocupado lo que no es suyo. Eso lo dilucidará el juez en su momento. Lo que sí parece oírse con nitidez es el zumbido del fuego amigo de quienes quieren quitarla de en medio de la futura carrera municipal. Y, en esa cruenta guerra interior, la defensa de los bienes de dominio público es, una vez más, un asunto menor .