Agricultura
Peñín habla sobre los vinos de Moriles: «Se beben más con el corazón que con la cabeza»
El enólogo descubre matices propios de la localidad en los caldos jóvenes y el fino en rama
Vinos jóvenes y de tinaja copan el interés de un público más exigente
‘Vinos Nuevos, Nuevos Vinos’, lo último de vinos en rama de Montilla-Moriles
Los bodegueros de Moriles llevan tiempo esforzándose por mejorar la comercialización de sus vinos. En marzo presentaron, junto con empresarios de Montilla, nuevos productos de vino en rama ; en este mismo mes acudieron a un sorprendente maridaje con los quesos de Teruel; y en la cata triunfaron algunas de sus propuestas más innovadoras . Hasta ha surgido alguna que otra nueva bodega en esta pequeña localidad de la Campiña Sur.
La Denominación de Origen tiene dos referencias geográficas: Moriles y Montilla, a la que se suman otros municipios del entorno. Cabe preguntarse si son los mismo vinos en un sitio y otro. O dicho de otro modo: ¿Hay alguna diferencia entre los caldos de Moriles y los de Montilla? Para responder a la cuestión, los bodegueros morilenses invitaron la semana pasada a uno de los mayores expertos del país, José Peñín, el creador hace ya más de 30 años de la prestigiosa guía sobre vinos que lleva su apellido.
Tras degustar durante dos días los vinos de las bodegas de la asociación de Moriles (Bodegas San Pablo, Bodegas Lagar de Casablanca, Cooperativa de San Jerónimo, Bodegas El Monte y Bodegas Doblas), Peñín ya tiene su respuesta, que puede leerse al completo aquí .
El enólogo explica en su crónica que «percibí el llamado sabor a 'caño', que recuerdo de las manzanillas que servían en tabernas y tabancos de Sanlúcar hace 40 años». No es casualidad, como recuerda el propio Peñín, que durante décadas los bodegueros jerezanos compraran los vinos de Moriles para hacerlos pasar por suyos, en una «relación conocida e incluso oficializada».
En sus conclusiones, Peñín asegura haber detectado un sabor propio de Moriles en los vinos jóvenes de Pedro Ximénez, en los de tinaja y en el fino en rama, precisamente los que más se están promocionando en estos momentos. Es ahí donde está el «sello Moriles», fruto de una tierra singular en los pagos de Moriles Altos, donde el enólogo se sorprendió al detectar la humedad del suelo apenas a unos centímetros de profundidad.
Otra cosa son los vinos generosos, los amontillados u olorosos , que Peñín no considera distintos de los que pueden encontrarse en las bodegas de Montilla. El motivo es que estos caldos tienen una crianza que les otorga su sabor característico. El sistema para consguirlo es el mismo en ambos pueblos. En esos vinos pesa más el sistema de elaboración tradicional y mucho menos el del terruño. «El sabor moriles , en clave de suelo y clima, no los encontré», se sincera el cronista en su artículo.
Puede que la elección sea «bien sencilla», como dice el famoso lema de la Denominación de Origen (del que Peñín también explica su origen), pero en cualquier caso «no hay que darle vueltas, Montilla y Moriles se hallan en el corazón de Andalucía y se beben más con el corazón que con la cabeza . Vinos para beber allí mejor que aquí». Toda una invitación para viajar a la localidad pero también un punto negro a la hora de vender los vinos fuera de Córdoba.
Los bodegueros de Moriles , aunque tienen una asociación propia , han querido dejar muy claro que no pretenden separarse del marco de la Denominación de Origen. Según Peñín, simplemente quieren «que se reconozca el sentido de vino que a ellos les gusta, sin querer compararlos con los que se producen en Montilla, Aguilar, Lucena, Cabra o Puente Genil».
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