Mayo Festivo
Patios de Córdoba 2022 | Santa Marina y San Agustín, donde las flores nacen de tallos añosos
El camino por el norte de la Ajerquía reúne recintos con siglos de historia recogida en sus plantas
Patios de Córdoba 2022 | Fechas, horarios, rutas... Todo lo que necesitas saber sobre el festival
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Jamás duró una flor dos primaveras, cantó Manuel Alejandro en la voz de Rocío Jurado . Era cierto, pero cuando los pétalos se agostaron con el sol y hubo que cortar con pena, quedaron los troncos y los tallos, que sí que estuvieron al año siguiente, y en los demás.
Deslumbran en estos días las sulfinias y las gitanillas, perfectas de revista, pero en los Patios de Córdoba hay también que mirar a los troncos de los que nacen las buganvillas, que estaban desde los tiempos anteriores a las visitas masivas, y al grosor de los naranjos que en mayo no tienen azahar , pero sí conocen la historia de muchas generaciones.
La ruta de Santa Marina y de San Agustín es como ninguna otra la de las plantas veteranas que se rejuvenecen con las flores que les brotan todos los años. Las brácteas cárdenas de la buganvilla de Marroquíes lucen al sol porque hay un tronco retorcido como una boa buena, y que al visitante le parece tan larga como la visita por sus pasillos y sus casas.
Desde primera hora hay colas para sumergirse en lo que parece un pequeño barrio , en las pilas y en las cocinas, siempre renovadas en la delicada fragilidad de una arquitectura que no tiene que perder el sabor de lo único.
Marroquíes es el homenaje a la humilde vida antigua tanto como el coqueto patio de la calle Tafures , con su gran naranjo, el rosal de pitiminí y la buganvilla que actúa como un toldo bello en la estrecha calle. Todas sus plantas tuvieron que pasar muchos otoños hasta lucir así, en uno de los patios más abiertos con su reja de requiebros tantas veces abierta.
Algo más arriba, el de la calle Chaparro también puede presumir de árboles que han crecido en los últimos treinta años , porque es el lugar en que una casa nueva asumió el espíritu de la vecindad antigua que hace posible que los patios sean como son. Por eso hasta sus cactus ya van tocando el cielo.
Como siempre, es también un patio con mensaje, y en su mesa se instaló un árbol donde Mafalda se protege de los virus. «Gracias a la vida, que me ha dado tanto» es la leyenda con que se canta en uno de los Patios de Córdoba al momento en que parece dejarse atrás lo peor del Covid.
La ruta continúa por la calle Zarco, donde está el patio nuevo lleno de detalles del número 15, y por el del 13, que también tiene ficus antiguos mirando al cielo y una galería que en sus puertas viejas evoca formas de vida que todavía no terminaron del todo.
En la calle Ocaña , casi en la plaza de las Beatillas, hay un festival de colores entre el morado, el rosa y el rojo, y también la intuición de mucha vida en el naranjo y en los helechos abundantes , que no seducen tanto como las azucenas que están brotando , pero que han visto también pasar la vida.
Termina esta ruta de los Patios de Córdoba en la calle Parras, que este año tiene la baja anunciada del número 5 y de su monumental costilla de Adán, pero conserva el 8 y el 6. En el primero llama la atención una planta con flores en forma de pinchos rojos.
No es nueva: su dueña cuenta que el callistemon citrinos, que es como se llama el arbusto australiano , lleva con ella veinte años, pero que ahora ha cambiado de sitio. Mucha gente le pregunta por su singularidad igual que por la dama de noche.
El número 6 es uno de los patios más antiguos del festival y los visitantes se detienen en el cítrico monumental cargado de limones casi a punto de caer, exuberante como son los Patios de Córdoba siempre, añosa como la fiesta.
Junto a él está la esparraguera y por todos lados rosas, flores de colores y sobre todo la arquitectura y el bolo cordobés en torno al pozo, porque los Patios de Córdoba florecen en primavera, pero tienen un tronco que viene de muchos siglos.
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