Patios de Córdoba 2021 | El Realejo, las flores que brotan del olor de los pucheros

Luis Miranda

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11/05/2021
Actualizado a las 19:54h.

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Visitar los Patios de Córdoba en las mañanas de los días laborables es entrar en la vida cotidiana de quienes los cuidan. En todas las casas de la ciudad vieja huele a cocido o al s ofrito del arroz cuando se acerca el mediodía, y un poco antes a los productos con que se limpia.

Es lo que pasa en esas mañanas, y también sucede en los patios, que al fin y al cabo son casas que sus dueños abren con el orgullo de quien piensa que su hogar tienen que conocerlo los que hacen cola fuera.

Ana Balbuena es un ejemplo de cómo el patio forma parte del día a día mucho más allá de mayo. Le gusta cuidar sus plantas , reclama para sí la palabra cuidadora y enseña orgullosa las c amelias rojas que están en su patio, el de Pedro Fernández, 6 .

Otros años florecen en los primeros meses del año y no aguantan al concurso. Este año esta flor delicada sí se puede ver. Esa y mucha más: amarilis, la conocida como 'la suegra y la nuera' , porque son dos flores que se dan la espalda, y que tienen gran exuberancia , las azucenas blancas que de noche dan buen olor y los pendientes de la reina, con los que sueña hacer un árbol.

Todos los años el mismo y siempre con alguna novedad y como el resultado de muchos meses de mimos , y no de especies que se compren sólo para decorar en los días de mayo.

Poco más arriba la vida cotidiana tiene el ritmo pausado y contemplativo de las monjas jerónimas de Santa Marta , que este año han abierto su patio al concurso con un festival de colores con sorpresas como los alhelíes entre la piedra vieja del convento.

Es una ruta de calles escondidas y estrechas por las que se pasa a veces para buscar el patio, como el de la calle Pedro Verdugo, sencillo pero en que se nota el trajín de la vida en la calle escondida que tiene también algo de retiro del mundo que bulle alrededor.

La calle Diego Méndez , casi a mitad de camino entre Regina y San Andrés, es una casa antigua con galerías de la época barroca , que tiene en sus elementos arquitectónicos la huella del valor y de las muchas familias que han podido pasar con toda humildad.

Sus dueños e inquilinos hablan orgullosos de la historia. La vida camina hacia la hora del almuerzo como tantas veces y las plantas se abren y se cierran como se van haciendo los guisos en los pucheros.

El de la calle Escañuela es uno de los más grandes, que recibe con una larga galería que forma parte del conjunto y donde los colores estallan entre las gitanillas y las inevitables buganvillas. Cualquiera podría dormirse escuchando las campanas vecinas de San Lorenzo .

Como pasa con los nombres populares, el patio de Gutiérrez de los Ríos, 33 se pronuncia como su calle, Almonas , que así lo indica al recibir a todo el que llega. El dueño explica a unos viajeros madrileños que él no tenía demasiado interés en las plantas hasta jubilarse, en que unos amigos le animaron a participar.

«Empecé y me animé porque las plantas son muy agradecidas cuando se cuidan», dice. Y el resultado no puede ser más que hermoso, porque allí están el famoso naranjo en espaldera , un limonero fragante y estético y flores de todas las especies posibles en torno a una piscina.

Huele a comida por todas las casas por las que se atraviesa y hacia las dos de la tarde, con algo de pena, los controladores empiezan a advertir de que termina el horario de la mañana. Los patios vuelven a ser sobre todo casas donde hay quien hace posible su prodigio.

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