Patios de Córdoba 2021

Los patios cordobeses, una intimidad compartida

Desde 1921 el Concurso municipal ha celebrado 80 ediciones, en las que han participado unos 320 recintos, en buena parte desaparecidos

Patio de Enmedio 25, en el Alcázar Viejo, primer premio en 1957 Ladis

Francisco Solano Márquez

Córdoba conserva al menos dos ejemplos visibles de patios romanos , en el hotel Hospes Palacio del Bailí o y en la calle El Algarrobo esquina a Los Chopos (Huerta de San Rafael), y otros dos árabes en Medina Azahara, nombrados de la Alberca y de los Pilares, a los que cabría añadir el de abluciones de la Mezquita, hoy Patio de los Naranjos. Simplificando mucho, el patio romano aportó el peristilo de columnas con una fuente central, mientras que los árabes, de vida proyectada al interior de las viviendas, incorporaron los arriates y el pozo para el riego, creando así huertos y jardines a modo de pequeños paraísos. Un modelo que en 1873 hizo exclamar al escritor italiano Edmundo D’Amicis al contemplar en Córdoba unos patios que le cautivaron: «¡Estoy en Oriente!».

Sobre aquellos remotos antecedentes las sucesivas épocas históricas y estilos artísticos fueron creando patios monumentales de estirpe mudéjar, renacentista y barroca, de los que perviven numerosos ejemplos en conventos, palacios y antiguos hospitales, bastantes de ellos adaptados a usos oficiales, culturales y docentes. A medio camino entre el monumental y el popular puede situarse el patio señorial de cancela, legado del siglo XIX.

Unas pinceladas sobre el Concurso

Hace ahora un siglo, en mayo de 1921 , el Ayuntamiento presidido por Francisco Fernández de Mesa convocó un Concurso de Patios, Balcones y Escaparates dentro del programa de la Feria de la Salud. Sólo se inscribieron tres, que se repartieron, por este orden, los únicos y modestos premios: Empedrada 8, Buen Pastor 17 y Almanzor 11. Un fracaso . Cuatro años más tarde el alcalde José Cruz Conde, aconsejado por Enrique Romero de Torres, convocó un concurso de cruces de mayo en patios y rincones típicos, que se mantuvo cinco años, hasta que la crisis del 29 acabó con él.

El Concurso de Patios se reanudó con vocación de continuidad en 1933, plena República , siendo alcalde Francisco de la Cruz Ceballos . En un reportaje no hay espacio para recorrer su historia, aunque sí para señalar, al menos, algunos hitos, como su reactivación en 1956 gracias a la apuesta del alcalde Antonio Cruz Conde , que creyó en los patios como sustento de unas fiestas singulares, arropadas por el Festival de los Patios, que aún mantiene una veintena de actuaciones artísticas en patios y plazas.

El patio de Gutiérrez de los Ríos 60, ganador del primer premio en 1933, ilustra la portada del diario La Voz de la época ABC

A partir de 1979 los ayuntamientos democráticos redoblaron su interés por el Concurso, cuyos premios y ayudas fueron mejorando sustancialmente, lo que incrementó la participación, hasta estabilizarse en la cincuentena. A lo largo de los años el Concurso ha sido testigo de la desaparición de muchos patios populares de casas de vecinos, pues las bajas rentas no permitían el adecuado mantenimiento de los inmuebles, al tiempo que las nuevas generaciones huían de aquel hacinamiento en infraviviendas que compartían cocina, pila de lavar y váter, pues aspiraban a viviendas más confortables, lo que dio paso a la paulatina incorporación al certamen de patios unifamiliares. El cambio generacional se reflejó también en la estética y en la flora de los patios concursantes cuyas bases establecieron en 1997 la distinción entre arquitectura Antigua y Moderna ; la primera decreciente, en la proporción en que aumentaba la segunda.

Ya que no es posible recorrer la historia del Concurso, valgan al menos algunos datos significativos. El número de certámenes celebrados hasta hoy asciende a 80 , cifra que subiría a 87 si se considerasen también los concursos dedicados a la variante de cruces en los patios. El número de patios diferentes participantes en el certamen municipal asciende a unos 320 , de los que han desaparecido cerca de la mitad.

Se puede establecer una clasificación de los patios según el número de primeros premios conseguidos, en la que ocuparían un imaginario podio los patios de San Juan de Palomares 11 (antes 84), con doce; Badanas 15 , con diez, y Marroquíes 6 , con ocho, seguido de cerca por Trueque 4, con siete. Otra clasificación interesante obedece al número de veces que han concursado, y aquí el campeón sería el patio de Trueque 4, con 45 participaciones, seguido de San Juan de Palomares 11, con 43; Escañuela 3, con 39; San Basilio 22, con 38; y Agustín Moreno 45-43 y Tinte 9, con 35 ambos. Son los más perseverantes. (Esta clasificación no incluye los patios fuera de concurso).

Patio de Badanas 15 cuando consiguió en 1967 el primer premio por décima vez, que sería también la última. Ladis

Abnegación y entrega de los cuidadores

Cuando Tránsito, con 83 años , cayó en cama, muy malita, y presintió que se acercaba su fin, reunió a sus tres hijas en la alcoba y les ordenó que cuando muriese mandaran incinerar su cuerpo y repartieran las cenizas entre los arriates y macetas del patio. «Pero mama», intentó contradecirla María, la mayor. «Es mi voluntad, hija». Y así lo hicieron dos semanas después, cuando expiró. Luego, cuando se abrió el plazo, las hijas inscribieron su patio en el Concurso municipal. Y ganó el primer premio . Un triunfo póstumo de Tránsito, cuyas cenizas habían fertilizado las macetas hasta el punto de dar las mejores flores aquel año.

Es un cuento . Pero puede simbolizar el apego inquebrantable de las viejas cuidadoras a sus patios, en los que se sienten como reinas de la casa. La vida de Carmen Montilla no tenía sentido sin su patio de Trueque 4 , que siguió cuidando postrada en una silla de ruedas. Josefa Gómez derramó muchas lágrimas cuando el pulgón atacó su limonero de San Juan de Palomares 11. Una vecina de San Basilio 29 le pidió a su hija, cuando agonizaba, que no dejase de regar las macetas. Y hay cuidadores que le ponen música a las plantas . Un mundo.

Muchas son herederas de aquellos patios que describe la pluma costumbrista de Ricardo de Montis , escenarios de fiestas familiares como «el otorgo, el casamiento, el bautizo, la vuelta del soldado», siempre con acompañamiento de «guitarras que alegran el alma», «cantares sentidos que llegan al corazón» y bailes, sin olvidar las caracoladas y sangrías que se organizaban algunos sábados por la noche y se prolongaban en bailes hasta el amanecer.

Inicialmente las plantas de aquellos patios tuvieron un carácter utilitario relacionado con la cocina , como el laurel, la yerbabuena o el perejil, sin olvidar especies frutales como naranjos, limoneros y parras, que proporcionaban fruta y sombra para el tórrido verano. En los patios suele haber plantas trepadoras , que cubren los muros, así como herbáceas y vivaces en macetas que florecen en primavera. Los botánicos han identificado unas 180 especies diferentes . Entre las más habituales siempre figuraban los geranios y gitanillas, hasta que una palomita siniestra las fue exterminando y ahora se sustituyen por surfinias y otras innovaciones. A fin de cuentas, geranios y gitanillas no son tan nuestras como creemos, pues proceden de Sudáfrica y llegaron a Europa hace tres siglos.

Bases y jurados

Los concursos de patios populares se rigen por unas bases , al principio sencillas, que se han ido alargando y complicando en las últimas décadas. Durante muchos años establecían como rasgo a valorar el carácter cordobés del patio, aunque sin llegar a precisar en qué consistía. Algunos cronistas de antaño defendían la pureza y ornato natural a base de flores, y rechazaban artificios y elementos ajenos, algunos tan discordantes como banderas de partidos políticos como se vieron en la República.

Cartel anunciador del Concurso de Patios de 1933 Archivo Municipal de Córdoba

Si se me permite un testimonio personal, he vivido la experiencia como jurado en dos épocas distintas . La primera a finales de los años sesenta, cuando nos desplazábamos en vehículos municipales, escoltados por policías motorizados que abrían paso a la comitiva. «Que viene la comisión» , alertaba una vecina. En algunos patios las niñas de la casa vestidas de gitanas improvisaban bailes, que las bases valoraban. Mientras observábamos el patio y tomábamos nota de sus méritos el secretario de la comisión animaba a las muchachas de la casa a inscribirse en el concurso de Reina de los Patios , que se celebró entre 1962 y 1983. Eran recintos modestos y limpios, con abundancia de flores cuidadas con primor en macetas y arriates, todo natural, pues eran patios vividos.

La segunda experiencia como jurado ha sido más reciente, en los años 2014 y 2015. Las bases se habían ido complicando y había que dedicar una tarde a leer, comprender y subrayar sus siete folios. Las visitas eran aceleradas , apenas seis o siete minutos, pues había que recorrer cada tarde catorce patios a pie y puntuar cada uno de los siguientes aspectos: Conservación, mantenimiento y presentación; Mantenimiento y floración de las plantas; Variedad floral y número de plantas; Vida y trato humano, y Estética general del patio . Imposible en tan escaso tiempo hacer una valoración aquilatada de los méritos de un patio, lo que no impedía llegar a un fallo aceptable mediante la suma de las puntuaciones particulares. Bastantes eran ya patios «de diseño» que incorporaban plantas de floristería.

El título de la Unesco multiplica las visitas

Cuando el 6 de diciembre de 2012 la Fiesta de los Patios fue reconocida por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, al tercer intento, comenzó una nueva etapa caracterizada por la creciente afluencia de visitantes que forman largas colas para visitarlos, especialmente en el barrio de San Basilio. Se intentó gestionar la avalancha con reservas on line, que no dieron resultado, o con la contratación de controladores que ordenasen un flujo que, por otro lado, ha ido alejando de los patios a muchos cordobeses, alérgicos a las colas.

No quiero acabar sin reconocer la acción salvadora emprendida por los Amigos de los Patios , que recuperaron los de San Basilio 50 –abierto todo el año– y Siete Revueltas 1 o Casa de las Campanas, esfuerzo al que se sumó más tarde la empresa municipal Vimcorsa con la adquisición de patios tan representativos como San Juan de Palomares 11 y Trueque 4, sede de un centro de interpretación ahora cerrado. Destacable es también el papel aglutinador, dialogante y reivindicativo de Claveles y Gitanillas , asociación que agrupa a propietarios y cuidadores, las verdaderas almas de los patios, que sustentan este milagro.

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