PATIOS DE CÓRDOBA
Patios de Córdoba 2019 | Judería y San Francisco, la intimidad de las flores y el canto de los pájaros
Arquitectura antigua y nueva se unen en un camino con gusto por las flores más tradicionales
Se habla mucho de las plantas de los Patios de Córdoba , pero poco de sus animales. En algunos patios de San Agustín viven tortugas , cachazudas y con vocación de esfinge ante el trajín que las rodea, casi acostumbradas a posar para las fotografías de los móviles. El perro , programado por los genes para la defensa del territorio y el aviso de que llegan intrusos, no es nada compatible. Sí lo es el gato , que cuando tiene la suficiente sangre fría puede vigilar su casa con la actitud arrogante y disciplinte del que se sabe descendiente de dioses y tigres.
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Los canarios y los jilgueros son la vida animada de los Patios de Córdoba, una melodía mucho más hermosa que la de cualquier radio, porque no se limita a sonar, sino que interpela al visitante desde la jaula. Por esas cosas de la fiesta, la ruta de Judería-San Francisco , una de las más extensas en el mapa de la ciudad, tiene muchos, y deslumbran con sus trinos y variaciones, y obligan a preguntarse si su canto es de alegría o de petición de libertad.
En la calle Judíos reciben los primeros pájaros o las primeras plantas, como se quiere decir, que están en macetas de sabor antiguo, con forma de ánfora, pintadas de rojo. La casa mezcla algunos detalles nuevos con muebles antiguos, y alrededor de su patio blanco, fluyen las plantas más tradicionales de los patios. Es una casa en pleno terremoto turístico y por esa zona cuesta encontrar patios, aunque antes no hubiera casa que no los tuviera. La siguiente está en la calle Céspedes . No falla tampoco el canto de los pájaros ni la decoración de flores, pero ningún otro patio tiene, conforme se mira un poco al Sur, el decorado sublime del campanario del monumento, el San Rafael que lo corona y que al mismo tiempo que protege a la ciudad entera parece mirar con cercanía a quienes están en aquel patio.
El paseo es siempre largo y lleva luego a la calle Samuel de los Santos Gener , entre casas en venta y restaurantes que se agolpan. No es el patio más acolmatado de plantas, pero sí una de las casas más antiguas que se pueden visitar en los patios: de finales del siglo XVI o principios del XVII, y eso se ve en las austeras columnas, las vigas de madera, las rejas de la ventana y el aspecto de no haber tenido apenas reformas desde entonces. Quien cuenta la historia es Antonio Díaz , que no es el dueño de la casa, sino un voluntario de Cáritas de la parroquia del Sagrario de la Catedral, propietaria del inmueble. Una veintena de personas cuidan de una casa que a la vez que patio cordobés atiende a cincuenta familias que lo necesitan. Los donativos van íntegros para el trabajo de la Cáritas de la parroquia.
En Martínez Rücker , en un recodo estrecho, se abre una casa deslumbrante, que recibe con un enorme buganvilla y da paso a un patio antiguo, de escaleras blancas y mil detalles , entre ellos un brocal árabe. El paseante tiene después que caminar unos metros hasta la calle Maese Luis , donde hay tres patios. El número 4 es nuevo, de ladrillo visto, pero su propietaria ha sabido hacer cordobesa la arquitectura con muchas yedras , con estructuras esféricas de plantas tradicionales que se agrupan en torno a elementos centrales. El del número 22 es pequeño y de sabor, con plantas que se precipitan desde las plantas superiores, con una gran pared de la que cuelgan muchas flores.
Y el último, el del número 9, es de esos patios nuevos que reinterpretaron el alma de la fiesta. Lo preside una kentia , una especie de palmera premiada como árbol singular. En las esquinas hay fiscus y árboles de porte alto, y en el centro una fuente en torno a la cual hay muchas plantas de colores, y los detalles no parecen terminar nunca. En una jaula los pájaros siguen con la misma canción de todos los patios de todos los tiempos.