LA CUARESMA EN ABC
El patero del viernes: Carteles, por Antonio Varo
Los de Ricardo Anaya no necesitaban libro de instrucciones; se veían Córdoba y la Semana Santa
Aunque hace tiempo -cosas de la edad- que no me desvivo por conseguir carteles de Semana Santa , veo los que van saliendo en Córdoba y en otras ciudades, y una vez más me ratifico en que estamos perdiendo los pocos papeles que nos quedaban.
La cartelería es comunicación, y según me dijo mi recordado profesor Feliciano Delgado , en todo acto comunicativo hay emisor, mensaje y receptor. En los carteles de Semana Santa, el emisor es el autor -fotógrafo o pintor-, el mensaje, Córdoba y su Semana Santa, y el receptor, en este caso, debería ser -pero dejó de serlo- cualquier persona de fuera a la que el contenido del cartel fuera capaz de persuadir para que viniera a nuestra ciudad a partir del Domingo de Ramos.
Pero eso era antes. Los carteles de Ricardo Anaya eran muy simples de técnica y muy claros de contenido, porque en todos ellos se veían con claridad las dos únicas cosas que importaban: Córdoba y la Semana Santa de su tiempo. No necesitaban prospecto interpretativo ni libro de instrucciones , porque al verlos se sabía que se acercaba la Semana Santa en Córdoba, y punto: la originalidad le importaba un pimiento morrón.
Me da la impresión de que a los artistas actuales , en todos los ámbitos, les interesa más el afán de innovar, si no de epatar, que la claridad y el protagonismo del mensaje; es como si el receptor fuera el mismo creador, o como si éste quisiera verse a sí mismo explicando a los pardillos inexpertos en arte la rica carga iconológica de su obra.
A lo mejor habrá que hacer como con los pregoneros: cordobeses mejor, por favor.