Pasar el rato

Humillados y ofendidos

El Colegio de Ministros tiene una única asignatura: Mantener en su gloria a Pedro Sánchez, que les ha prometido aprobado general

Pedro Sánchez en un acto de su partido EFE
José Javier Amorós

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España es una decepción política, que ha ido degenerando para merecer a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Somos un pueblo que ha descendido hasta ponerse a la altura de sus gobernantes. Tal día como hoy de hace cuatro semanas se reunió por primera vez el Colegio de Ministros, bajo la dirección de su maestro, el profesor doctor. La fotografía que los muestra apiñados, casi superpuestos, en torno a la mesa de decidir, y la que los inmortaliza desparramados y desorientados en las escalinatas de la Moncloa tienen un aire inequívocamente escolar. El Colegio de Ministros . Con campamento de invierno en Quintos de Mora. Una única asignatura: mantener en su gloria a Pedro Sánchez , que les ha prometido aprobado general. Y tres talleres ocupacionales: la independencia de todo territorio que la pida y pueda pagarla, Sánchez no es caro; la sustitución del Poder Judicial por una máquina expendedora de sentencias políticas, que el comercial Pablo Iglesias está comprando por piezas en Venezuela, Irán y Cuba; y la eliminación de la heterosexualidad, una anomalía antropológica de derechas, mediante el internamiento de los varones en campos de reeducación feminista. Antes que seguir escuchando los discursos terroríficos de las sexólogas del Ministerio de Igualdad , los internados se emascularán con el filo de las hojas de una Constitución escrita en lenguaje inclusivo.

Lo último en sodomización nacional ha sido la cabezada de Iván Redondo a Joaquín Torra , un lacayo sometiéndose a un siervo, la viva imagen del Gobierno de España. El joven Redondo parece un hombre con facilidad para humillarse por un poco de dinero y por un poco de poder. Tiene aspecto de resultar barato. Estamos ante un acto genuino y no premeditado, un acto espontáneo, un automatismo propio de un subordinado sin manumitir. No es el producto de la astucia presupuestaria, del refinado cálculo gubernativo de un gran actor político, y todas esas tonterías con que se pretende disimular la vulgaridad. La profunda inclinación de cabeza muestra a un hombre genéticamente secundario, un hombre diseñado por la naturaleza para obedecer, un hombre nacido para cantar las glorias de otros no muy superiores a él. En ese gesto se resume toda la personalidad de Iván Siseñor, como aquel personaje complaciente del DDT, Ángel Siseñor, el tebeo que le dio nivel intelectual a la infancia de uno. Redondo es también un personaje de publicación para niños, incluso en el peluquín, y es probable que sea la reencarnación de un protagonista de tebeo de la posguerra. Está sobrevalorado. Como Pedro Sánchez . Como sus ministros. Quizás, ay, como todos nosotros, el noble pueblo español, que no se equivoca nunca. Que en este país sobrado en su historia de grandes cerebros nos presenten a Iván Redondo como un modelo de astucia electoral, de sutileza política, de refinamiento cultural, es la prueba de la degradación política, intelectual y moral de España.

España se está consumiendo en su propia mediocridad. Incluso un hombre tan poco dotado para el pensamiento abstracto como Pedro Sánchez , mira a su alrededor y le complace el espectáculo. Ve a una derecha sin firmeza y sin grandeza, fragmentada en pedacitos que se pelean por una putrefacta cabeza de ratón. Y que utilizan el nombre de España como un pretexto ampuloso para hacer el ridículo. Están tan ocupados en desperdiciar todas las oportunidades, que cuando se tomen en serio el triunfo ya no estarán a tiempo.

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