Crónicas de Pegoland
Pan, aceite y tomate
Luis Planas se ha ido al Salón Gourmet, a Madrid, a promocionar el desayuno barato, el mejor
El ministro Luis Planas , que debe de ser un cachondo, se ha plantado en el Salón Gourmet que se celebra en Madrid con una actividad peculiar de promoción de la gastronomía «de luxe». Consiste en repartir entre los asistentes en Ifema café, pan, aceite de oliva y tomate . Lo que viene a ser media tostada de toda la vida pero en la feria profesional donde se venden las ostras, el mejor marisco, el caviar llegado de vaya usted saber qué esturión iraní. Planas se ha plantado en la capital del Reino difundiendo el desayuno meridional de toda la vida, sin tonterías ni pegos. El barato, el mejor.
La idea ha de ser celebrada porque Madrid es la ciudad de la libertad, esa en la que no te encuentras a tu ex, pero en la que se desayuna de pena. Las porras —les traduzco, los jeringos— están frías porque las cafeterías las encargan casi de madrugada. Las tostadas las hacen de pan de molde. Y la opción de ponerle jamón en pizcos al pan, honra y prez de las cafeterías del sur, ni siquiera les entra en la mesetaria sesera.
En mi barrio, a los pobres madrileños que desayunan en los bares se quedan con las patillas colganderas cuando les cobran cuatro o cinco euros por el desayuno de la pareja pensando que el camarero les está cobrando lo de otra mesa. Cualquiera que pase por el kilómetro cero sabe que hay que tirar de tarjeta para pasar la mañana como está mandado, sin ruidillos en las tripas. Estas cosas tan simples —el pan, el aceite que da la tierra— se convierten en extravagancias de tofu y aguacate . Que algún día habrá que explicar que el tofu es como masticar blandiblús con sabor a nada. Aunque la broma de los aguacates, por lo visto, ya está hecha.
Creo que fue Manuel Vicent el que escribió que el último hombre sobre la tierra tomaría pan y lo mojaría en aceite. La vuelta a los orígenes. Los placeres más sencillos. El tomate viene a ser la aportación de nuestros hermanos americanos a quienes se le saluda desde la metrópolis colonial que adoptó sus gustos. Esto de Planas, que tiene su punto de apostolado, tiene un enorme riesgo que desde aquí se avisa. Que se ponga de moda la media con tomate en los sitios finos de Madrid, nos la llenen de cardamomo y nos la cobren a precio de puticlub. Y ahí, que quede claro, ministro: ni olvido ni perdón.
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