Pretérito imperfecto

Con Palmeras al fondo

Un círculo vicioso, el paradigma de nuestro fracaso y, sobre todo, la gran mentira de los políticos

Un vecino de Las Palmeras ante uno de los bloques del barrio Valerio Merino
Francisco Poyato

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Dios los guarde de hablar de ello esta campaña electoral. Sería como acudir a un precipicio con vértigo. El estudio de la Fundación CajaSur y la Universidad Loyola de Andalucía sobre la barriada de Las Palmeras de Córdoba es un frío acero en la calentura banal de lemas y promesas. Es la primera vez que se ponen las cosas en su sitio, aunque este núcleo casi periférico de la ciudad, que representa el uno por ciento de su población, lleve más de tres décadas siendo un estigma social . Un bucle, un círculo vicioso, el paradigma de nuestro fracaso como sociedad y, sobre todo, la gran mentira de los políticos. Nació como un poblado chabolista realojado de la riada de 1963 y se transformó en los años ochenta en el patrón de los barrios enjaulados de protección oficial: ventanucos chicos, muros gruesos, fortalezas que viven hacia dentro y se dejan ver poco. Propicios para las cosas que luego han pasado y hoy, en la era de la inteligencia artificial, viven el naufragio social del sálvese quien pueda. Sobrevivir de verdad, no porque te quiten el wi-fi.

Si han tenido ocasión de leer detenidamente las respuestas que los vecinos de Las Palmeras dan a las preguntas del estudio la foto en gris es algo así como levantarse cada mañana deseando marcharte de donde vives , sin un trabajo al que acudir, con todos los temores del mundo al malasombra que se te cruce por el patio y con los sueños clavados en el ladrillo visto y agrietado que lo único que refleja es hastío. Que no se cuele un clan maleante y traficante en el piso de abajo y que sea capaz de mantener en la escuela a los niños una semana entera. El tiempo se alarga como los relojes de Dalí.

La izquierda tomó siempre este paisaje y paisanaje urbano como el laboratorio de sus mesiánicas políticas sociales . La caridad que ellos tanto critican convertida en clientelismo con boletín oficial. Antes, cuando iban, con guardia pretoriana y en loor de multitud, se sacaban los fajos de subvenciones del bolsillo y repartían progreso como los padrinos tiran «pelaíllas» a los chaveas. Aplicó su sistema de satélites receptores de fondos públicos para «trabajar» la desigualdad sin auditorías ni controles, y hubo quien hizo carrera. La derecha vio que había que arrimarse y empezó a pasear por los patios con nombre de cumbres (Guadarrama, Sierra Morena, Mulhacén...) borrascosas allanando el camino de sus complejos. Pero llegó la crisis y las cumbres cayeron a las profundidades. Que Sandokán triunfara allí en las elecciones fue el epítome de la falacia. Y ya no volvieron a ir más dejando sola, como siempre, a la Iglesia, que allí resiste en San Antonio María de Claret junto a otros colectivos y la gente decente y trabajadora que sigue soñando frente al ladrillo visto.

A las siete de la mañana, línea 8 de Aucorsa . Parada de la calle Sierra Morena. Un comando femenino de resistencia se sube al autobús. Van trabajar «a las casas de Córdoba». Háblenles a ellas de memoria histórica, titularidad de la Mezquita , la gentrificación y el polo logístico... A ver qué dicen.

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