Bellas Artes
Paco Luque, el plácido viaje a un mundo curvo y carnal desde Córdoba
El escultor y grabador expone estos días una retrospectiva en su localidad natal, Santaella
El autor exhibe una selección de sus últimos trabajos en la galería Ceferino Navarro de Granada
Si uno de los objetivos de un artista es tener un mundo propio , reconocible al instante , no hay duda de que el escultor y grabador cordobés Paco Luque lo ha conseguido . Sus figuras femeninas , curvas , gruesas y carnales , son un sello de identidad y hasta hace unos años presencia entrañable en galerías capitalinas como Carmen del Campo, Studio 52 o Arte21. La crisis económica se llevó las salas de Córdoba capital y a Paco , como a la mayoría de los creadores figurativos, se le privó de esa pequeña ventana al público que tenía en una ciudad cuyos espacios expositivos públicos son escasos y apuestan de forma casi monolítica por otras tendencias. Paco no ha dejado sin embargo de crear , de profundizar en su mundo, y sus obras se pueden ver ahora en dos exposiciones . Una en Granada , en la galería Ceferino Navarro , y otra , en este caso una restrospectiva más amplia, en el Museo Municipal de Santaella , su localidad natal y con la que mantiene un estrecho vínculo a pesar de que reside desde hace varias décadas en la capital. En esta última muestra realiza un recorrido por su trayectoria , que le ha reportado a lo largo de las décadas diversos premios y numerosas exposiciones en diversas ciudades de España.
La escultura , el arte, han sido un eje vertebral en la vida de este creador , que ha compatibilizado su labor con la de profesor en colegios de primaria de Aguilar de la Frontera y Córdoba capital, aunque ya se encuentra jubilado de la docencia. Según explica , se recuerda modelando desde niño . «Siempre llevaba los bolsillos llenos de cosas, de figuritas, y el profesor del parvulario ya se quejaba a mi madre porque distraía a los otros niños», evoca. De esos años primeros en Santaella también recuerda que cogía barro y lo utilizaba para sus figuras , e incluso idearon un horno en el patio de su casa para poder cocer la piezas. Explica también que uno de sus grandes placeres anuales era cuando los turroneros de la Feria le daban sus cajas de madera vacías y deshechadas, con las que se entretenía durante días haciendo manualidades. «Trabajar con las manos me ha gustado mucho siempre», explica Luque que, al concluir Magisterio y mientras preparaba las oposiciones, cursó un par de años en la Escuela de Arte y Oficios. Aún así, se considera autodidacta .
Sobre su mundo creativo explica que nació de su interés por las mujeres como metáfora de paz , de protección , de estabilidad . Reconoce que en sus plácidas maternidades hay algo de su propia experiencia vital , pues su padre murió en un accidente laboral cuando él tenía 11 años y su madre, con una pequeña pensión de viudedad y muchos sacrificios, fue capaz de sacar adelante a la familia. Mucho hay en su mundo creativo de esas mujeres poderosas que en años duros de carestías fueron sostén y soporte de la sociedad española y de tantos pueblos, algo a lo que parecen aludir sus pies de grandes dimensiones.
Son ellas las que en las esculturas de Paco aparecen gigantes , como figuras míticas, legendarias o sagradas, con algo de ‘felinianas’ y mucho de mediterráneas. «A hombres no he esculpido casi nunca porque no me transmiten », explica el artista, que reconoce que su día a día tiene mucho de observación, pues ahí es donde se inspira: en lo real para luego llevarlo a su territorio creador. « Mi mujer antes se molestaba cuando me veía observando por la calle o en la playa , pero con el tiempo entendió que es lo que yo miro y ahora es ella la que muchas veces me señala cuando cree que me puede ser interesante para mi trabajo», señala. También importantes en su labor son los niños , con los que su trabajo como maestro le ha permitido trabajar a diario y que en sus piezas son los receptores de la protección maternal y el símbolo de la inocencia.
‘Las gordas’
La labor de Paco Luque no ha quedado solo en colecciones privadas y museos , sino que también ha recibido encargos para escultura pública . Es el caso de la que inauguró en su municipal natal en 2008 y que allí se conoce directamente como ‘Las gordas’, aunque en realidad lo que muestra es a una madre en actitud protectora hacia su hijo , con una mano cogida en señal de guía y cuidado y con otra suelta que alude a la libertad. «La gente la toca y a la cabeza del niño se le ha gastado ya la pátina », explica el artista, que ve todo esto con alegría pues considera que es un símbolo de que la escultura forma parte de la vida del municipio .
«La gente cuando queda dicen ‘Quedamos en Las Gordas’ y a mí eso me parece muy divertido y un buen síntoma de que le tienen cariño», explica. Al igual que en su pueblo, Paco Luque también esculpió la pieza que luce en la plaza de Santaella de la ciudad catalana de Viladecans , a la que se marcharon durante el franquismo muchos emigrantes de la localidad campiñesa . Esta obra, que se colocó también en 2008, representa a dos mujeres sentadas espalda con espalda y apoyadas sobre un aro de grandes dimensiones . «Quise representar la hermandad que sentimos con esa localidad catalana y con todos nuestros paisanos que tuvieron que emigrar», explica el artista.
La escultura, el arte, han sido un eje vertebral en la vida de este creador, que ha compatibilizado su labor con la de profesor
Sobre el futuro , Paco Luque señala que está preparando una nueva exposición con la que es posible que salga fuera de España y otros proyectos con galerías en las que trabaja habitualmente en ciudades como Sevilla o Cartagena . Reconoce que las muestras las ve ya más como una presión que como una ilusión, algo en lo que influye el hecho de que a Luque le gusta prepararlas al detalle, creando obra nueva y con la intención siempre de que tengan una idea de conjunto y una coherencia.
Por eso su día a día , aunque jubilado de lo que durante década fue su trabajo ordinario en la escuela, sigue siendo de plena actividad en su estudio del barrio de Ciudad Jardín , situado en el antiguo piso en el que vivía junto a su familia años atrás. Allí modela sus figuras inconfundibles , planea sus bronces y terracotas y dibuja a diario, pues reconoce que sin esa fiebre creadora no puede vivir.
En cuanto a Córdoba , espera que vuelvan los viejos tiempos con alguna galería que se preocupe por dar a conocer a los artistas y que dinamice el mercado del arte y lo amplíe en la ciudad con nuevos coleccionistas, aunque reconoce que esa labor «es lenta y difícil». «Vivimos un cambio social muy grande, una transformación que viene de atrás pero con la pandemia de coronavirus se ha acelarado, y eso afecta en todo, también a los artistas», concluye este escultor cuya férrea vocación persistirá en cualquier escenario . Su obra destaca por su coherencia más allá de modas y circunstancias.
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