OPINIÓN
Al otro lado del eje
«Duele ver que Córdoba trasciende exclusivamente porque se pongan en el centro del debate asuntos superados»
Ustedes sabrán disculparme si les reconozco que ya no. Entenderán que no siga con aquella intensidad que antes me embargaba esos apasionantes y eternos debates ciudadanos de Córdoba.
Pero uno tiene su corazoncito. Y, después de algo más de una feliz década por allí, parte de esta caprichosa víscera decidió quedarse en Córdoba. No les negaré que el ominoso cargo mensual que mis dueños del banco me pasan por la hipoteca del inmueble que allí adquirí también hace por la querencia.
Qué narices. No es sólo eso.
Y lo cierto es que no me gusta percibir, aun desde la lejanía, que la ciudad de las paradojas se empeña en replicarse a sí misma. En mantener viva la llama de sus particulares contradicciones, éstas sí diferentes a su inmediato entorno. Ignoro cómo es el día a día del nuevo cogobierno PSOE-IU. Si a usted le han arreglado el bache en su puerta o no. Pero lo que me llega es más de lo mismo. De lo de siempre. El eterno retorno de una capital socialmente conservadora empecinada en destacarse más allá de la Torrecilla por sus gestos de radicalidad política.
Descalabrado Nieto, el nombre de Isabel Ambrosio como la regidora que rompía esa anomalía histórica de capital andaluza nunca gobernada por los socialistas no era el que peor sonaba. El propio PP la tildaba de «mal menor». Seis meses después, las noticias que bajan veloces por la lanzadera no hacen sino alejar de nuevo a Córdoba de la centralidad que seguro que sus conciudadanos querrían. Será por sus hipotecas polítícas, por los consejos de su corte o porque verdaderamente se esté descubriendo a sí misma, la percepción desde fuera decepciona cualquier expectativa de ponderación.
Hoy duele ver que Córdoba trasciende exclusivamente porque se pongan en el centro del debate (y siempre a la contra) asuntos felizmente superados como el del hecho religioso o cofrade. Caray, ¡ni durante el «rosismo»! Y escuece que la ciudad a la que queremos por ser discreta se haga famosa al gritar desaforada porque Francia bombardea terroristas asesinos. No era ese el eje al que subirse.
«Aquí no se puede intentar nada nuevo porque sale mal». Siempre Baroja en su retrato cordobés. Quién sabe. Quizás sea el propio PSOE el que tenga que pedir al final su particular minuto de silencio por la ocasión perdida.