CORONAVIRUS CÓRDOBA

Toque de queda | Otro apagón en los bares de Córdoba: «Las ganancias de la noche se pierden por completo»

La hostelería cumple con rectitud el adelanto del cierre, en el primer día de restricciones, ante una clientela aún despistada

Un camarero recoge los veladores de un bar en la calle de la Plata antes de las diez de la noche Rafael Carmona

Pilar Montero

La quietud acostumbrada de las calles cordobesas cada domingo estuvo acompañada al caer la tarde de ayer de la resignación de los hosteleros y de las reticencias de los ciudadanos al ocio en el último día de un fin de semana en el que se pusieron en marcha las nuevas restricciones de horario y aforo a la hostelería para frenar el avance de la segunda ola de contagios por coronavirus. Entre ellas, está la de que los bares y restaurantes adelanten el momento de echar la persiana: a las diez. Hasta ahora, era a la una y no podían recibir nuevos clientes desde la medianoche.

Cuando se fue acercando la nueva hora límite, los taburetes ya habían sido retirados de las barras -ya no se puede servir en ellas-. Les había tocado ir al almacén mucho antes de las diez. En el Gran Bar decidieron prescindir del servicio en barra desde el inicio del desconfinamiento. Pero para mesones tradicionales como La Gloria, reducir la mitad de los taburetes a ninguno supone una gran diferencia económica. «Como el cliente no puede tomar un café rápido en la barra, tengo que sentarlo en una mesa que podría haber ocupado un grupo entero para cenar», declaraba Fran Gómez, uno de sus camareros .

El joven fue tajante. «Esto es fatal. Aquí estamos acostumbrados a cenar tarde, no al horario europeo. Las ganancias de la noche las vamos a perder por completo», explicó el hostelero , convencido de que «el problema no son los bares, sino la falta de civismo».

Replicaba la queja de la hostelería que ya ha advertido de que este cierre adelantado castiga sus ya de por sí apagados ingresos .

Mientras, algunos consumidores , se mostraban aún despistados. «¿Pero todo eso no era a partir de las doce?», preguntaba un cliente. Una hostelera resolvía sus dudas con la policía , que empezó a revisar el Centro a las nueve. A las nueve y diez, la Corredera era un desierto, así como sus alrededores, y también las Tendillas.

La escena contrastaba con la calle de La Plata, llena de jóvenes con las cervezas y las tapas a medias a medida que se acercaba el toque de queda hostelero. Francisco Borja Aguilar, camarero de Equis Neotasca, se lamentaba mientras recogía los veladores , «Espero no ver pasar a grupos de gente con alcohol y comida para hacer fiestas en casas». Aguilar prevé lo que en la calle todavía no se quiere asimilar. «Nos están preparando el cuerpo», sentenciaba el camarero, «Poco a poco habrá más limitaciones». A las diez, silencio.

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