VERSO SUELTO
Oportunismos
La climatización de los colegios sólo la aprovechará la Junta que va a cambiar de manos

Hasta para ser oportunista hay que valer. Los políticos a veces hacen lo que nadie les pide y otras dan rango de asuntos de Estado a cosas que en realidad no interesan más que a los que más gritan. También se ocupan de lo ... cotidiano y necesario, y más de lo que parece, en honor a la verdad, pero cuando el ruido es fuerte debajo de la ventana tienden a mirar, les puede la tentación de ocuparse de aquello de lo que habla mucha gente y acaban pensando hasta con buena fe que es algo del interés general .
Es lo que pasa en los despachos oficiales cuando se toman las decisiones según los decibelios de la marabunta : que se da rango prioritario a cosas que son en verdad menos urgentes que otras, pero caen en gracia. « Código postal equivocado », le dice un periodista a la compañera que esperaba meter en la portada la noticia de un triple crimen en la última temporada de la colosal « The Wire » sin reparar en que los muertos varían la cotización según el barrio en el que vivan.
En la política y en aquello que se llama la opinión pública hay muchos que tocan de oído. Ahora y hace veinte años se habla mucho de las pateras , y durante cierto periodo de la década pasada se decía cayucos, que era una embarcación alargada en la que llegaban los inmigrantes desde África. Los versos de los poetas y la preocupación de los políticos se llenaba de esa palabra tan eufónica, pero fuera en ellos o en lanchas caseras, que a veces pasaba, seguían llegando.
Luego se puso de moda hacer de los desahucios la epidemia del siglo XXI, y hasta se creó una plataforma de afectados que parecía que la hipoteca era un virus que se cogía en el centro de salud o un hongo de los de andar con malas compañías. Los partidos tenían que tenerlo en sus programas y hasta los más escépticos criticaban a los bancos por obligar a la gente a firmar esos créditos.
El Ayuntamiento de Madrid, preso de esa izquierda populista que todo lo fía a los gestos pomposos y huecos, se apuntó a aquello de los refugiados que llegaban desde Oriente Medio y no se sabe si habilitó pabellones o distribuyó comida, pero sí que no tardó en colocar un cartel bien chillón frente a la Cibeles: « Refugees wellcome ». La opinión pública iba a agradecérselo con unos cuantos pulgares arriba en las redes sociales y ni siquiera iba a estar pendiente de que aquella bienvenida se tradujera en un colchón o una sopa.
El Ayuntamiento de Córdoba también tuvo su oportunidad y quiso aprovecharla. Ocurrió al final de la primavera de 2017, cuando hubo una ola de calor terrible que me dejó algunas plantas para el arrastre con tantas horas de sol, y los niños sudaron en unos colegios no ya sin aire, sino sin un poco de las sombras y de la picardía con que los antiguos escapaban de los rigores veraniegos. Los padres aprovecharon para pedir y la alcaldesa vio la oportunidad y quiso aprovecharla.
Ahora parece que sale adelante la inversión de 10 millones para proteger del calor a casi veinte colegios, y no habrá que decir que esté mal, pero sí que ha recordado la siempre incómoda Intervención que eso es más bien competencia de la Junta de Andalucía , que en ese asunto se limitó, como suele, a declaraciones, y a esperar, nunca mejor dicho, a que el ambiente se enfriara. El electoralismo hay que saber usarlo: el PSOE se puede encontrar con que ha arreglado unos colegios que tendrán en la entrada el logotipo de una Junta de Andalucía que está a punto de írsele de las manos.
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