Opinión

Reconstrucción y partidos

La comisión creada y dirigida por políticos sin experiencia jurídica, sanitaria o económica es para abochornarse

Patxi López, en la presidencia de la comisión para la reconstrucción en Madrid EFE
Rafael Díaz Vieito

Rafael Díaz Vieito

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Nadie cuestiona ya, ni siquiera lo hacen los presidentes de los EE.UU. o del Reino Unido , que no hay dilema entre salud y economía . La segunda está, no hay debate, subordinada a la primera. Tampoco admite duda, aunque algunos comunistas estén deseándolo como mecanismo para «asaltar los cielos», que el empobrecimiento derivado del parón en la actividad económica puede tener consecuencias funestas, no sólo para los directamente afectados, sino para el Estado , la Seguridad Social (aunque parezca una impertinencia, no está de más preguntarse cómo y quién va a pagar la inevitable factura; incluso yendo más lejos, si será posible pagarla sin que Europa nos aplique un régimen draconiano).

Resolver la ecuación consistente en promover la actividad y la recuperación preservando la salud pública es la tarea. Si analizamos la gestión del gobierno socialista hasta hoy, es imprescindible ser un optimista desinformado, un militante socialista con cargo —y aspirante a continuar siéndolo— o un ligero irresponsable para confiar en que serán capaces de resolverla. En cualquier caso, no quedan, no veo otros, más que dos remedios: confiar en que los criterios técnicos prevalecerán sobre los políticos, algo complicado con bolivarianos y sus irrefrenables tendencias, o rezar al Santo al que más devoción tenga cada uno.

Mi paisano Otero Lastres , al que conocía como eminente catedrático de Derecho Mercantil de mi época de estudiante de Derecho primero y opositor después, y cuya dimensión como gran articulista me descubrió no hace mucho mi amigo Miguel Coca, publicó hace unos días una magnífica Tercera titulada «Partitocracia» en la que denunciaba de modo brillante alguno de los vicios que se derivaban del sistema de acaparación de poder por los partidos y, singularmente, por un pequeño grupo de personas que se sitúan en sus cúpulas y reparten juego….y cargos: nadie con una ciertas aspiraciones les rechista, a riesgo de resultar postergado, defenestrado o, lo más habitual, ignorado.

La composición de la llamada comisión para la reconstrucción no puede ser más aterradora. Un presidente sin específica formación económica, jurídica o sanitaria —ojo, de ninguna de las tres— y un vicepresidente que, en sus ratos libres, tiene a bien dirigir el Partido Comunista de España . Aunque resulte increíble, el comunismo en España aún goza de una cierta reputación moral a pesar de la historia y sus recurrentes desmanes. Si comparamos esa comisión con la creada en Italia , deberíamos sonrojarnos, abochornarnos. Bien es cierto que no está exenta de culpa la oposición por exigir que se tratase de una comisión de naturaleza parlamentaria. Si es parlamentaria, aunque decirlo sea una perogrullada, solo puede estar formada por parlamentarios. Las consecuencias a la vista están y los auténticos expertos fuera de ella. Visto lo visto, quizá los rezos sean la única alternativa.

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