Opinión Córdoba

Aprender a callar

Isabel Ambrosio, sin hacer nada meritorio en la alcaldía, si hubiera callado más se la recordaría con menos enojo

El exalcaldesa de Córdoba Isabel Ambrosio, este lunes, en una rueda de prensa Valerio Merino
José Javier Amorós

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Isabel, Isabel , / que fue alcaldesa , / manzanas en la piel, / tan cordobesa. / En el terreno aquél / de la dehesa, / enterró su papel / de lideresa. / Quien fuera tanto, / alcaldía de rosas, / chalé de llanto. / La copa del destino, / niña Isabel, / hasta ayer fue de vino, / hoy es de hiel. / Te queda sólo el Cristo, / que, caballero, / dice desde el trastero: / porque amo, existo.

Qué guapa está la ex alcaldesa Ambrosio en las fotografías que publicó el jueves pasado este periódico, con motivo de su imputación urbanística pastoril. Este periódico tiene clase, que lo imputado no quita lo cordobés. Y pudiendo exponerla a la contemplación del populacho con casco de obra y uniforme de pocera, dada la naturaleza de la información, nos obsequia con las dos mejores imágenes de un ave del paraíso espléndida de plumaje. La imputada sonríe comedidamente, con una sonrisa hacia dentro, una sonrisa que no rompe, dulce y melancólica como una Gioconda de Los Pedroches. Las fotografías muestran una belleza antigua y sosegada, una belleza para papel sepia. Una belleza casta y colegial, de madre del delegado de curso, de la que está secretamente enamorado el profesor de latín, con su erotismo contenido de ex seminarista.

Cuando a la belleza unía el poder , le dediqué ácidos versos de no partidario. Ahora que ha perdido el poder, quiero quedarme nada más que en la belleza. Y si eso molesta a la ministra de Igualdad , que a ella le cante el rapero Hasél, ese poeta diésel, pesado y malo de puro tonto. Uno no entiende de política, ni siquiera de la política socialista, tan simplona. Pero le parece exagerado que un motivo que considera menor arrastre por la opinión pública a la ex alcaldesa . Es razonable suponer que mientras tuvo el poder y la gloria se equivocó en asuntos de mayor importancia.

Por lo que se ha visto, no tanto como para que el ojo miope de la justicia se fijara inmisericorde en ella. Sospecha uno que a la imputada se la llevan por delante por lenguaraz y moralizadora, por abrumar con sus fervorines al adversario. Aun no habiendo hecho nada meritorio en la alcaldía , si hubiera callado más se la recordaría con menos enojo. Su amplitud de miras en materia urbanística no me parece tan relevante, que eso no es en Córdoba cosa que asuste a ningún parcelista con principios. La mujer de las fotografías no se merece que la imputen, salvo por haber sido alcaldesa de Córdoba . Y eso ya es agua del Guadalquivir pasada.

Haya sido lo que haya sido, ya le pondrán una multa , si fuera el caso, y la obligarán a devolver a su estado anterior lo que deba ser devuelto a su estado anterior. Y no hagamos más sangre ambrosiana, y sigamos con Sánchez e Iglesias, que esos sí son materia judicial sólida. De las ovejas que frecuentan la Cañada Real Soriana podemos aprender todos a callar. Son animales de pocas palabras, que usan para lo estrictamente necesario. Y no les va mal. Desde su retiro de Obejo , la ex alcaldesa aprenderá a valorar la grandeza del silencio. La mitad de una buena gestión política consiste en callar, mientras se hace algo de provecho.

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