APUNTES AL MARGEN
El olor a encerrona
¿De verdad se cree alguien que la estabilidad del gobierno municipal se va a poner en riesgo por la titularidad de la humanidad toda de la Mezquita de Córdoba?
A lo peor es malicia, o vaya usted a saber qué vicio se adquiere con los años, pero esto de la Mezquita, a las puertas de la Semana Santa, huela a encerrona que atufa. A emboscada, política por supuesto, para ver quién se convierte en el macho alfa de la izquierda y, en concreto, del gobierno municipal. Una movida que se está cociendo entre despachos con el objetivo de acercar las aguas allá donde mejor convienen a cada cual. Usando los medios públicos -informes incluidos- para librar una decisión que efectivamente es legal pero que, sobre todo, es política. Para entendernos, aquí se está dilucidando quién manda en la cuestión. Si la política aguerrida o los signos de moderación que a cada rato se emiten desde la primera planta del edificio de Capitulares para paliar los destrozos de los primeros meses de mandato.
La noticia ya no es que el Ayuntamiento de Córdoba tenga planes concretos para reclamar judicialmente la propiedad de la Mezquita sino el cruce de pareceres. El conocido informe del secretario general del Pleno y el realizado por la Asesoría Jurídica municipal. Ambos tan diáfanos como relevantes para la actualidad política. Tan controvertidos como publicitados en un asunto que trasciende el hecho para convertirse en símbolo de tendencias. Nadie puede comprobar que los socios de gobierno se estén dando con los documentos en la cabeza pero a eso huele de lejos. Metiendo en medio de un jaleo a quien no debería estar en estas lides llegando al punto del estrambote.
«El uso literal es tan exacto que se ha copiado hasta llegar al chascarrillo»
Desconozco cómo llegaron los párrafos completos de un artículo poco conocido de Antonio Manuel Rodríguez -literalmente, un anexo documental de unas jornadas de una entidad como Europa Laica- a la mesa del secretario general del Pleno. Es evidente que el portavoz de la plataforma que defiende la propiedad pública ha escrito mucho sobre el tema pero cuesta imaginarse -o no- cómo puede llegar un documento tan concreto, tan específico, a determinados despachos si no es porque alguien lo proporciona. Primero, porque no es exactamente un escrito académico sino divulgativo y proselitista, tanto en su planteamiento como en el estilo. Segundo, porque el uso literal es tan exacto, tan concreto en algunas partes, que se ha copiado hasta llegar al chascarrillo.
Conviene abstraerse del contenido concreto de las cosas para ver el paisaje. Y la cuestión es que el asunto de la Mezquita ha quedado reducido a dos partidos políticos, Izquierda Unida y Podemos. El PSOE utilizó el asunto cuando le convino -su gobierno de coalición- pero los nuevos tiempos -el pacto de investidura con Ciudadanos en la Junta de Andalucía- han moderado el mensaje. Los socialistas, que son muy hábiles para este asunto, han combinado la presión verbal y la inacción política. Sencillamente, ese no es su campo de juego. Y lo saben.
«Isabel Ambrosio quiere que la metan en un lío como Mafalda comer sopa»
Susana Díaz mandó parar las operaciones sobre el asunto. No se recuerdan palabras, obras u omisiones en los últimos meses. Incluso se han escuchado palabras gruesas - «traición», en concreto- contra esta estrategia. Con el presente estado de las cosas, la presidenta de la Junta era un hueso demasiado duro de roer. La alcaldesa de Córdoba, no. La estabilidad de Isabel Ambrosio depende exclusivamente de la voluntad de los dos partidos que sostienen un discurso más agresivo contra la Iglesia. A ella sí que se le puede echar un envite de estas características, habrá pensado alguien. Otra cosa es que se esté dispuesto a dejar caer un gobierno municipal en aras al supradominio público, de la propiedad de todos los seres humanos del planeta vivos y muertos. Y eso, señores, es mucho suponer.
Cualquiera que haya estado atento estos días, sospecha que la alcaldesa de Córdoba quiere que la metan en un lío lo mismo que Mafalda comer sopa. Y durmiendo temas hay que reconocer que la inquilina de «la bombonera» -nombre coloquial del despacho de trabajo de la Alcaldía de Córdoba- es única como consecuencia de su paso por la Junta de Andalucía. Al final de todo esto, ya verán, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada. Que Don Miguel de Cervantes me perdone el plagio.