Agricultura

El olivar y el cereal acaparan los daños por la falta de lluvias en la provincia

Las organziaciones advierten de los graves daños de la sequía para el campo

Un campo de olivos afectado por la sequía Valerio Merino

Pablo Cruz

Los bajos precios , el incremento de los costes, su inferior situación dentro de la cadena alimentaria y la competencia desleal de terceros países fuera del espectro europeo fueron los principales motivos que llevaron a la calle a los agricultores y ganaderos a principios de este año, unas movilizaciones que inundaron las plazas y las avenidas de media España de productores desesperados por su situación y que sus organizadores han pospuesto hasta que resuelva la crisis sanitaria del coronavirus.

Sin embargo, aunque no aparezca en ninguna pancarta, otra gran problema que acompaña al sector agrario desde hace un año y medio es la fuerte sequía reinante . Este escenario se ha agravado en 2020 como demuestra el hecho de que desde el 1 de enero hasta el pasado 20 de marzo habían caído 48,7 litros por metro cuadrado en la estación meteorológica ubicada en el Aeropuerto. Se trata de una cantidad que es una cuarta parte de la media del agua que se había recogido en ese periodo en la última década.

El secretario general de Asaja en Córdoba, Rafael Navas , indicó a ABC que la falta de lluvias, junto con unas temperaturas «anormalmente altas» en febrero y en los primeros días de marzo «están dañando el desarrollo de los cereales de invierno en esta campaña», Estos cultivos incluyen e l trigo, la cebada, la avena y el centeno . Según afirmó, los efectos de la escasez de precipitaciones también afectan a las leguminosas, además de provocar el adelanto de los ciclos vegetativos de los árboles frutales y del olivar.

En este sentido, el representante de la patronal agraria aseguró que en el escenario actual se está viendo comprometida la futura cosecha de aceituna que empezará a recolectarse en otoño. «Teniendo en cuenta que el olivar se encuentra en la fase final de la temporada 2019-2020, serían necesarias las lluvias para que el abono y los tratamientos de las plantaciones de primavera de cara a la próxima campaña», resaltó Navas .

COAG: «Es irreversible»

Su homóloga en COAG, Carmen Quintero , apuntó que la situación es «prácticamente irreversible» en el trigo. A su juicio, para que todo esto pueda diferente harían falta unos 300 litros por metro cuadrado de agua entre los meses de marzo, «algo bastante improbable», abril y mayo. «Mucho tiene que cambiar la cosa para que mejore la situación, ya que la previsión de lluvias es nula», auguró.

La dirigente agraria afirmó que los agricultores y los ganaderos están viviendo la actual de sequía con «resignación», a lo que se suma la preocupación con la situación originada por el coronavirus al estar ralentizando la tramitación y la realización de ayudas de la Política Agraria Común (PAC) . «Además, el estado de alarma ha generado también una situación indeseable, y es que las entidades financieras también están tomando sus medidas en cuanto a la atención al público, lo que dificulta enormemente la gestión de solicitud de anticipos de las subvenciones», agregó Quintero.

UPA: «Es un problema real»

Por su parte, el responsable provincial de UPA, Miguel Cobos , aseveró que la baja humedad de los suelos «es un problema real» del campo cordobés, puesto que «aumenta los costes y, en consecuencia, reduce los rendimientos de los productores». «Lo que ocurre es que este tema está actualmente un poco más oculto por otras c uestiones muy graves para nuestro sector , como son los bajos precios y todo lo que tiene ver con el coronavirus», subrayó el representante de esta organización profesional.

Desde su punto de vista, el producto que se está viendo más afectado por esta coyuntura es el olivar , «que se encuentra en plena floración, por lo que las lluvias que puedan registrarse en primavera determinarán la próxima campaña». Cobos recordó que las últimas grandes lluvias cayeron en Córdoba en diciembre. Según sus cálculos, el último invierno seco ha provocado déficit hídrico de entre 200 y 250 litros por metro cuadrados respecto a la media de los últimos ejercicios.

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