Francisco J. Poyato - Pretérito imperfecto

La nueva patronal

Los tiempos obligan a un profundo cambio en la CECO si no quiere perder su referencia

Los Reyes Magos nos traerán un nuevo presidente de la Confederación de Empresarios de Córdoba (CECO). Alabado sea el Señor. Dieciocho años después de que Luis Carreto tomara el mando. Mucho para unos, poco para otros viendo la perpetuidad que han destilado siempre estas organizaciones. Una eternidad para otro resto importante que anhela cambios significativos y útiles en esa Casa, imbuida de la centrifugación que han supuesto estos años de castigo y crisis como en todos los ámbitos. El relevo va a dejar a Antonio Díaz en la presidencia tras 30 años llevando las tripas de la patronal como secretario general y siendo el hombre de confianza de Carreto. Un perfil técnico que calca el de otros similares que han auspiciado el vuelco en patronales de otros lugares en semejantes arenas movedizas. Primera referencia, la de Javier González de Lara en la CEA u otras confederaciones.

Díaz es el interlocutor en muchos frentes. El «poli bueno», permitan la expresión, frente a las iracundas singularidades de su presidente, ávido de frentes y protagonismos alejados de los propios de su organización. Presto a la conspiración, la política, la influencia, los atajos, las zancadillas, la lealtad prestada... La larga permanencia, pues, de Díaz en el seno de la CECO puede arrastrar, a bote pronto, la lectura de que estamos ante un caso de puertas giratorias, aunque también parece que hay indicios para aguardar lo contrario. De hecho, esta sucesión lleva pergeñándose más de dos años, el tiempo que Antonio Díaz ha estado como vicepresidente sin poderes ejecutivos y ha ganado foco en la representación de la patronal con los diferentes actores dirigentes de la sociedad cordobesa. De él mantienen una buena opinión propios y extraños. Las grandes sectoriales en declive por la crisis (joyería, construcción, madera, campo, metalurgia...), los diferentes partidos políticos y el resto de anillos circundantes del orbe social, empresarial y económico cordobés, con excepciones que ya se hacen notar siguiendo, precisamente, los métodos que tanto han denostado de quien abandonará ahora el sillón patronal. Fiel reflejo de ello han sido y seguirán siendo las batallas intestinas de la Cámara de Comercio.

Ahora bien, el relevo ha llegado cuando ha querido Carreto. Y esa paciencia franciscana que ha envuelto soltar amarras es la que ha debido llevar al que va a ser nuevo presidente de la CECO a diagnosticar mejor que nadie las zonas claras y oscuras de una organización que tiene que tener un protagonismo sobresaliente en Córdoba, necesitada de tejido industrial, de contrafuertes al poder político que precisamente está cercenando las pocas opciones que quedan. Una funcionalidad crucial para sus representados ante el aparataje burocrático.

La patronal cordobesa, como casi todas, ha sufrido cinco crisis en una. La primera, de confianza de sus propios patrocinados. Empresarios, grandes, pequeños y medianos (o nuevos) resignados a no ver a su organización como una herramienta útil y fructífera para sus intereses. Enfatizada, si cabe, por el segundo factor, el de su hasta ahora presidente, quien ha prolongado injustificadamente un papel ajeno a las nuevas dinámicas crecientes de emprendimiento, cultura empresarial, liderazgo y rol en una sociedad tan provinciana como ésta que, afortunadamente, ha ido jubilando a muchos de sus nefastos forjadores en los últimos años.

Una tercera crisis, la que ha segado el peso de motores como la joyería, la construcción, la madera..., la industria en general, que podían haber hecho mucho más por cambiar cosas en la CECO de lo que han querido promover. Tal vez la pescadilla que se muerde la cola. Ante ellos, sectores terciarios como el comercio y la hostelería han visto un camino alternativo más productivo que amenaza con desgajarse del paraguas común. Y, finalmente, una crisis económica por los ajustes del sector público que han privado a la CECO de ingentes fondos de concertación, una de sus principales vías de financiación.

Sólo cabe desearle toda la suerte a Antonio Díaz. El movimiento se demuestra andando.

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