PRIMERA PLANA

Nosotros y los «sin techo»

Debemos bajar la cifra de quienes sólo pueden abrigarse con un viejo saco de dormir relleno de desesperanza

Baltasar López

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Se nos fue el « Black Friday » con la sensación de que el personal se animaba a salir de compras. La recuperación nos hace olvidar las tinieblas de la crisis. Eso es bueno. Lo malo es que hay gente para la que no sólo el viernes fue negro, también lo fue el jueves, el miércoles, el martes… Son los «sin techo». Son ciudadanos cuya existencia se torció tanto que entraron en un eterno túnel del que se les antoja imposible salir. Y es que casi la mitad de ellos pasan entre uno y dos años sin hogar, de acuerdo a lo que Cáritas Córdoba nos explicó la pasada semana, según los datos que maneja por la labor asistencial que realiza. Esta oenegé puso el foco sobre los que nada tienen. Tenemos que estar atentos a este fogonazo incómodo (el problema no es agradable, pero hay que darle visibilidad). Porque nos explica mucho de los que, por perder, han perdido hasta el derecho básico a una vivienda : su perfil es el de un varón, de más de 45 años, separado y con estudios medios. Son seres humanos a los que quedarse sin trabajo, una ruptura familiar, una adicción o una enfermedad (o varios de esos factores combinados en un apagón demoledor que a cualquiera le puede dejar sin la corriente vital necesaria para seguir adelante ) acabó por fundir los plomos, despeñándose por una sombría cuesta abajo que dio con sus huesos en las calles. Pero Cáritas nos habla, además, de la sociedad en la que malviven, usando cajeros en los que duermen a sólo unos pasos de las mesas donde horas después se formalizan hipotecas para comprar una vivienda con la que ni pueden soñar. Atendió en 2016 a 1.040 «sin techo». Esa cifra implica un triste aumento del 7%. Este último dato debe hacernos pensar sobre una reactivación económica que existe pero que no tiene fuerza aún para iluminar la vida de todos.

Cuando estos días nos dejemos guiar por las luces de Navidad hacia las tiendas para hacer nuestras compras, seamos egoístas: mejoremos nuestra sociedad. Que alguno de nuestros regalos en estas Pascuas, y en el resto del año, sea de solidaridad. Colaboren, por favor, con la oenegé que les parezca más oportuna. Ayudemos a construir una Córdoba más justa en la que, por ejemplo, nadie se quede tan atrás que no disponga ni de un lugar en el que descansar. Para eso, es necesario apoyar a colectivos como Cáritas. Que no sólo atiende a los « sin techo » en la calle o los acoge temporalmente, sino que igualmente desarrolla programas de inserción para que puedan lograr un empleo. Tener un piso y un trabajo son dos pilares sin los que resulta imposible edificar una existencia digna. Este ciclo económico positivo debe servirnos para cambiar de coche, ahorrar un poco o llevar a los peques a Disneyland, pero también, entre otros objetivos, para reducir sustancialmente la cifra de las personas que, cuando cae el sol, sólo tienen para abrigarse un viejo saco de dormir relleno de la desesperanza de las vidas a las que el futuro se les ha fundido a negro.

Nosotros y los «sin techo»

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