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Los chavales de Córdoba que llegan de Mallorca no han hecho nada que no hagan quienes les rodean

Un Policía Local custodia la entrada del Hotel Palma Bellver de Palma de Mallorca EP
Rafael Aguilar

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No tienen suficiente los ‘baby boomers’ con la amenaza de que a pesar de que trabajar cansa van a tener que hacerlo más años o cobrar menos jubilación para que ahora una parte no desdeñable, y farisaica, de la sociedad se empeñe en criminalizar a sus hijos . Los chavales han acabado el curso con media jornada en el colegio o en el instituto y otra media recluidos en casa para prevenir los contagios por coronavirus y cuando ha llegado la hora de la juerga han decidido que la única opción viable es la presencialidad, pero a varios cientos de kilómetros de la familia y a ser posible con el Mediterráneo por medio. Comprensible.

Del confinamiento en el hotel medicalizado de Palma de Mallorca ha salido alguna que otra estrella, y no hablo solo de la autoridad sanitaria isleña a la que el fiscal y el juez han tenido que recordarle lo evidente, esto es, que en un Estado de Derecho no se puede encerrar a nadie sin una causa justificada: ahí están esos vídeos de más de un chico y de una chica que han encontrado sus minutitos de gloria y que por momentos parecían encantados de haberse convertido en ‘trending topic’ .

Una profesora de Madrid ha escrito una carta viral en la que les ha recriminado a los niños, y a sus padres, lo que más les podía doler: «Os vais a Mallorca en busca del Covid ». La directora del Británico de Córdoba no ha ido tan lejos, si bien ha dejado claro en unas declaraciones publicadas ayer por este periódico que el colegio no tiene nada que ver con el viaje de estudios —es un decir—: «Lo han organizado ellos, no nosotros», señaló Ana Ortiz.

La cosa, ciertamente, no está en la provincia para andarse con trazo grueso con las actividades extraescolares : hace unas semanas un juez condenó por homicidio imprudente a dos profesores por la muerte de un adolescente en los Baños de Popea , y desde entonces toma cuerpo una plataforma de docentes que avisa de que no saldrán más de excursión con sus alumnos si nadie les asegura que no acabarán siendo responsables —penales— de una desgracia. Que los colegios traten de limpiar su nombre de un suceso lamentable como el brote de Mallorca después de un curso ejemplar resulta lógico. También lo es darle un abrazo a los chavales que llegan a Córdoba sanos y salvos tras la pesadilla: no han hecho nada que no hagan quienes les rodean. O rodeamos.

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