APUNTES AL MARGEN

El nombre de las cosas

Mahou gana el registro de «1925 Alhambra»; la Junta tiene la propiedad de la marca como el Cabildo la tiene de la Mezquita

Instalaciones de Cervezas Alhambra en Las Quemadas ARCHIVO

RAFAEL RUIZ

El Tribunal Supremo acaba de fallar a favor del Grupo Mahou , propietario de Cervezas Alhambra , en un curioso conflicto que igual les suena. La Oficina Española de Patentes y Marcas (en adelante, OEPM) había decidido que la empresa, que envasa la mitad de su marca andaluza en el polígono de Las Quemadas , no podía registrar el nombre «1925 Alhambra» en el epígrafe de restaurantes y servicios similares. La resolución inicial aseguraba que la empresa cervecera no podía realizar el uso comercial de este nombre en esa actividad concreta porque no podía convivir con la inscripción «Alhambra y Generalife» y «Alhambra, patronato de la Alhambra y Generalife» que es del Gobierno andaluz. Una primera sentencia consideró que el grupo cervecero había vulnerado la legislación española sobre patentes y marcas.

La sentencia del Supremo establece que la sociedad mercantil está en su perfecto derecho de denominar de esta manera a su muy conocida cerveza que se sirve en una botella verde. La explicación se encuentra en el principio de continuidad registral. La empresa ha podido demostrar ante el Supremo que dispone de otras marcas de cerveza que llevan el nombre del monumento nazarí, que gestiona la Junta de Andalucía. La propietaria de la fábrica cordobesa asegura ser la dueña de todos estos nombres de cervezas: Alhambra, Alhambra Original, Alhambra Genuina, Alhambra Sandy, Sandy de Alhambra, Cervezas Alhambra Reserva 1925, entre otras. Además dispone de ese nombre para otro tipo de actividades como la hostelería.

Se trata de una iniciativa normalizada. Las empresas saben que el nombre que utilizan es un activo, lo que las identifica de cara al consumidor. El mercado publicitario mueve cientos de millones de euros todos los años, precisamente, en que el consumidor identifique un producto por su nombre. Hay empresas especializadas en darle la denominación a los artículos del mercado por unos complejos procedimientos que incluyen encuestas o consultas a grupos de opinión. Suele ser una técnica común en empresas locales -Cervezas Alhambra lo era hasta su absorción por el gigante cervecero Mahou-asociar su producto a elementos arquitectónicos o patrimoniales.

La Junta, gestora que no titular de la Alhambra de Granada (Alfonso Guerra se negó a ceder la propiedad), decidió con buen criterio registrar los nombres . De hecho, el patronato controlado por Cultura, tan polémico en otros aspectos, ha iniciado pleitos para evitar que determinados artículos lleguen al mercado con el nombre del monumento.

El diario Ideal informó en 2008 que el patronato había iniciado un pleito con la empresa Instalanza. La sociedad fabrica dos artículos con el nombre del monumento nazarí políticamente incorrectos . La firma de Zaragoza tiene aún en el mercado los modelos de granada de mano Alhambra y Alhambra-Do, cuya única diferencia es que incorpora un dispositivo para reducir la carga mortal. La empresa armamentística registró el nombre con anterioridad a que la Junta decidiera hacerse con los derechos del nombre Alhambra en todas las clasificaciones de marcas, incluida la fabricación de armas de fuego.

Contradicción

Hace meses, fue noticia que el Cabildo Catedral había registrado todas las denominaciones de la Mezquita-Catedral de Córdoba, incluida «Mezquita» a secas, en todas las categorías. El grupo Mahou pleitó para que se garantizaran sus derechos sobre la marca Mezquita en el epígrafe de cervezas. Fue todo un escándalo que la Iglesia efectuase una operación que resulta que es normal entre los propietarios y gestores de monumentos. Intentar proteger, en la medida de lo posible, las cosas que se venden con el nombre del monumento. Se acusó a los avariciosos sacerdotes de querer lucrarse con un nombre, el de Mezquita, que no utilizan a pesar de que no consta que se le haya pedido dinero a nadie. Incluso la Junta llegó a criticar el registro comercial de la marca del monumento cordobés c uando había hecho justo lo mismo que los curas -ay los curas, que son malísimos- con la Alhambra de Granada. Qué cosas tiene la vida, oigan.

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