SOLIDARIDAD

Una noche con la Cruz Roja de Córdoba: comida, mantas y charla, el cobijo de las personas sin hogar

ABC acompaña a los voluntarios de esta oenegé que atiende a la treintena de sintecho que duermen en la calle en la capital

Un voluntario de Cruz Roja dialoga con una persona sin hogar en la trasera del cementerio de San Rafael Á. CARMONA

Estrella Serna

Atrapados . Pero no en sus casas , sino en la calle entre cartones o, con suerte, en un cajero . Con frío y sin luz eléctrica. Y no mientras llegan las máquinas quitanieves, los 365 días del año. Así pasan las noches una treintena de personas sin hogar en Córdoba a la espera de que los voluntarios de Cruz Roja lleguen con un caldito para entrar en calor. Este periódico acompañó la noche del sábado a la Unidad de Emergencia Social (UES) en su ruta por los barrios de la ciudad para ofrecerles además de la bolsa de alimentos todo el cariño y atención que, a veces, la sociedad les niega.

A las 20.00 horas del lluvioso y frío sábado de enero, mientras en muchas casas cordobesas el plan es sofá, peli y manta, en la sede de Cruz Roja comienzan su actividad. Marga, José, Noelia, Álvarez y Francisco preparan las bolsas con alimentos , calientan el caldo para meterlo en el termo y se colocan sus chalecos rojos distintivos para subirse a la furgoneta.

Los tres primeros se van directamente a los hostales de la calle Lucano habilitados por el Ayuntamiento hasta que dure el estado de alarma para dar la cena al más de medio centenar de transeúntes que duermen allí. Sus motivaciones para esta labor altruista son una lección de generosidad : «porque me hace feliz», «porque es responsabilidad de todos los que tenemos una vida acomodada», «porque se lo merecen».

Álvarez y Francisco cargan el vehículo, además, con mantas y sacos de dormir porque a ellos les toca la ruta más larga. La primera parada es en los alrededores de la Ciudad de la Justicia . Apostado en la pared de un establecimiento está Nicu, un hombre de 68 años de Rumanía que apenas alcanza a ver pero cuya sonrisa completamente desdentada enternece a cualquiera que se acerque a él, algo que no sucede a menudo. Con ollas, nevera, cajas, bolsas y un carrito de la compra alrededor, el anciano se acurruca como puede y se cubre con plásticos .

Sinhogarismo crónico

«¿Qué hace usted en la calle con el frío que hace?», una pregunta que ni ellos son capaces de contestar pero cuya evidente respuesta implícita tumba de un golpe prejuicios como el de «están ahí porque quieren» y es que «el sinhogarismo está cronificado en personas que llevan años en la calle , que sufren trastornos mentales, adicciones sin tratar y que han perdido toda la esperanza de reintegrarse en la sociedad», explica a ABC Isabel Lozano , psicóloga y responsable del programa de Atención a Personas Sin Hogar de Cruz Roja en Córdoba .

Muchos de ellos han entrado y salido de las soluciones habitacionales con las que cuenta la ciudad, que no son pocas. Pero es que para una persona con deterioro cognitivo tras años en la calle vagando sin rumbo, sin horarios, ni normas más allá de las puras necesidades fisiológicas, sin compañía más que la de su perro; con algún trastorno mental o adicciones sin tratar -o ambas- seguir de golpe y porrazo las normas socialmente establecidas es «c omplicado , difícil», dice la responsable de este programa de Cruz Roja.

Un voluntario de Cruz Roja de Córdoba da una bebida a una mujer sin hogar Á. CARMONA

Durante el recorrido, los voluntarios atienden a casos extremos que evidencian que la solución no es solo una cama donde pasar la noche. Una pareja durmiendo cerca del río en una tienda de campaña con su perro . Otra en una chabola con plásticos en el Hospital Militar . No menos demoledor es la joven que duerme entre una amalgama de cartones y bolsas en plena Avenida de Ronda de los Tejares que sin sobrepasar la treintena tiene la mirada de quien ya lo ha dado todo por perdido.

Altruismo contagioso

«Por lo menos sabemos que comen caliente y que se echan unas risas con nosotros», cuenta Álvarez , un higienista dental que a todos se acerca -siguiendo protocolariamente las medidas higiénicas establecidas por el Covid19- con un cariñoso «¿cómo estamos hoy, padre mío?» . Ellos son el verdadero calor de la noche de los martes, jueves y sábados; los lunes, miércoles y viernes es el turno de Cáritas.

Además, el altruismo se contagia . Francisco , militar de profesión, cuenta mientras conduce la furgoneta que para él las salidas son «mi rutina de los sábados» porque ha crecido viendo cómo su padre ayudaba en lo que podía a colectivos y oegenés y hasta su hija pequeña pidió en su carta de Reyes «dinero para los niños pobres» que «se ha gastado en pañales y potitos para Cáritas».

Y es que la crudeza de la realidad imposibilita la pasividad . Durante el recorrido, unos jóvenes se acercan para decirle a los voluntarios que el hombre que dormía en la Avenida de las Ollerías se ha movido algo más abajo. «La mayoría de los cordobeses son solidarios e incluso muchos vecinos le bajan mantas y comida aunque los propios usuarios también han contado que a veces hay quejas de quienes no quieren que duerman debajo de sus bloques», afirman.

El rechazo al pobre

« Aporofobia se llama, rechazo a los pobres », explica Mario, hijo de un empresario de fotografía cordobés que duerme sobre cartones en el pasaje de Cruz Conde cuya empresa quebró y se vio en la calle con su madre enferma de un día para otro. Él es perfectamente consciente de su situación pero dice que la pensión que recibe su madre del Estado no les llega para vivir a ambos. En su caso, ha preferido que ella ingrese en una residencia mientras él espera el ansiado por todos ellos -la mayoría lo mencionan- Ingreso Mínimo Vital.

El perfil de quien vive en la calle es plural. Hay personas de edad avanzada pero también jóvenes de no más de 40 años . Se encuentran personas con problemas de salud mental y quien tiene también conflictos con las drogas o con el alcohol. A todos y cada uno de ellos Cruz Roja les hace un seguimiento personalizado , le ofrece entrar en recursos propios o de otras entidades de la Red Cohabita formada por la institución humanitaria, Servicios Sociales del Ayuntamiento de Córdoba, Cáritas y Adeat.

Hay esperanza hasta para un vecino del barrio de Cañero que vive debajo de un pino en el parque de al lado del Cementerio de la Salud . Quizá la historia que mejor demuestre lo que los educadores y trabajadores que trabajan con las personas sin hogar reiteran: « Le puede pasar a cualquiera ».

La realidad es que la situación es demoledora . Hombres de mediana y tercera edad que lo han perdido «todo» : familia, trabajo y, sobre todo, la esperanza. También duermen en la calle mujeres y jóvenes azotados por el consumo de drogas al que recurrieron cuando reveses personales los sacudieron tan fuerte que consideraron como mejor opción alejarse de familia y amigos. Las historias de vida son muchas pero el presente parecido para todos: calle, frío e invisibilidad.

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