Rafael Ruiz - CRÓNICAS DE PEGOLAND

Lo que no es

Seamos claros. No es posible convertir en funcionarias a quienes trabajan en la ayuda a domicilio. Mentir está mal

No hay trabajo peor pagado ni más necesario que el que realizan las personas, en su gran mayoría mujeres, que trabajan en la llamada ayuda a domicilio . Es una verdad como un templo que se ha generado un sistema de intermediarios que se quedan valor añadido -la plusvalía de toda la vida- dejando salarios bajísimos, inmorales , de apenas unos euros por solamente unas horas de trabajo. En esta actividad y en otras muchas, por cierto, que dependen de las administraciones. Un empleo del que no se puede vivir no es un empleo . Es otra cosa. Y en este país se ha jugado, se sigue jugando, con las expectativas básicas de las personas por un bien común que no acaba de llegar. Nunca hubo más empresas que trabajan en eso que se llama «lo social», porque nunca hubo tanto dinero público para esta finalidad como en la última década. Nunca, sin embargo, se ha vivido tan mal del desempeño diario de quienes ayudan con las tareas básicas de los beneficiarios. Recuérdese de qué se está hablando: atender a los mayores, a los impedidos, a los más débiles .

No hay reproche alguno en que el objetivo final sea pagar un salario digno a las trabajadoras de esta actividad. Hasta ahí podíamos llegar. Deslizar, sin embargo, que se va a crear una entidad municipal para que todas las personas que están realizando estas tareas pasen a ser empleadas directas del Consistorio es mentir. Mucho. Ni el Ayuntamiento de Córdoba, ni ningún municipio, pueden tener en plantilla, de un día para otro, a seiscientas personas subrogadas por el método digital. No es posible crear una entidad de estas características sin generar un problema de enorme relevancia en las arcas públicas . Y, en el caso de que hubiese un dinero del que no se tiene noticia, existiría la obligación de realizar una convocatoria abierta para que cualquier hombre o mujer pudiera tener la oportunidad de acceder a un empleo que pagamos entre todos. Quien estuviera actuando de otra manera, se encontraría con una montaña de problemas que invalidarían una medida que no es viable ni legal por muy agradecida que quede en los titulares.

Lo peor de las buenas intenciones es que generan expectativas. Y en esto, hay una cierta crueldad. IU se ha tirado a un charco que puede ser muy popular, viva el aplausillo fácil , pero que solo puede traer desilusiones a un colectivo de mujeres que bastantes problemas tiene ya. Y el PSOE ha sido muy cobarde, mucho, no hablando claro, diáfano, para no generar una melancolía innecesaria. El acto revolucionario de decir la verdad parece no llevarse en estos tiempos políticos. Aunque no existiese la ley Montoro, aunque los perros se atasen con longanizas, nadie puede prometer a estas mujeres que van a ser trabajadoras del Ayuntamiento de Córdoba. Ni siquiera que se va a estudiar, lejanamente, como un ideal alcanzable. Porque no es cierto. Porque no va a pasar. Y lo peor es que quien lo ha dicho sabe de sobra que esto es tal que así.

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