Pretérito Imperfecto
El negacionista cordobés
Este ejercicio final de abandono procura la semilla de otro precipicio pandémico en el que cometeremos los mismos errores
Salud ha encontrado el agujero negro de la vacunación contra el coronavirus en Córdoba . Cuando todo el destacamento sanitario había cogido un ritmo imparable y hasta los adolescentes, aquellos a los que se culpaba en la quinta ola de los peores presagios, han contribuido de manera disciplinada a la inmunidad de rebaño, los rezagados se han hecho fuertes en la inconsciencia y el desatino. En la insolidaridad y el egoísmo , ese otro virus oculto que no ha dejado de asomar durante todo este año y medio largo . Los datos no engañan y desde que afloró septiembre, los grupos etarios de 20 a 29 años y de 30 a 39 años muestran un estancamiento fuera de lo común en la inoculación. Uno de cada cuatro cordobeses de esta franja de edad se han dejado ir . No están inmunizados con pauta completa a estas alturas de la película. Oídos sordos para la música de los anticuerpos . Y los sanitarios , con enorme paciencia y resignación, después de todo lo pasado, insisten por teléfono, les mandan mensajes como si fueran sus padres y el consejero les pone el autobús con los sueros en la puerta de la facultad o hasta en la puerta del bar de copas en la Victoria. Y aquí los señores mirando para otro lado , como si con ellos no fuera esta historia. El SAS les programa jornadas sin cita y sólo falta que el bueno de Jesús Aguirre apele a la ‘paguita’ de Sánchez para convencerles de la evidencia.
De poco contribuye esta ‘nueva normalidad’ en la que aforos y horarios pasaron a mejor vida, y los veladores de algunos bares llegan a Alcolea, por aquella de la distancia de seguridad. Si los contagios desaparecen prácticamente, las semanas pasan sin que haya rebrotes notorios, los casilleros de Salud se vacían, la presión asistencial está bajo mínimos y toda actividad mortecina y aplazada toma la calle como si no hubiera un mañana..., ¿ para qué voy a vacunarme ? Vamos por el debate de la tercera dosis , y aún no se han pinchado a los menores en los colegios , aunque tal vez nos llevemos una sorpresa cuando por fin se cumplimenten todos los permisos necesarios para que la vacuna llegue a los centros escolares, donde por cierto siguen en la ‘vieja normalidad’. Algún padre saldrá con ronchas por aquello de tener que firmar una autorización para que a su hijo lo inmunicen... El negacionismo de la Logse , ligero y relativo, sin poso ni regla nemotécnica .
Esa levedad en la memoria de lo malo, ese recuerdo selectivo, huérfano al sufrimiento, o ese frívolo compadecimiento de un dolor ajeno estigmatizado por la propia ley de la vida son los mismos mecanismos de defensa de una sociedad que olvida pronto y solo exige un presente inamovible sin efectos secundarios , como los que no quiere en el brazo. Este ejercicio final de dejar las tareas a medio hacer , de abandono e irresponsabilidad, procura la semilla lacerante de que en otro precipicio pandémico , probablemente, volveríamos a cometer los mismos errores .
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