APUNTES AL MARGEN
¿Era necesario?
El veto fue aprobado por el PP para la fiesta de 2015 por las quejas de que la fiesta se salía de madre
Vamos a los hechos. El Ayuntamiento de Córdoba acaba de aprobar las bases de las Cruces de Mayo de 2020 en el que ha introducido una pequeña modificación que ha soliviantado a las asociaciones de vecino s de todo el Casco Histórico. El cambio no es mayor pero ha sido interpretado como una forma de orinarse a las cortinas habida cuenta de que la disposición se estaba aplicando sin grandes problemas si nos atenemos a la ausencia de denuncias graves y públicas sobre su inaplicación. Resumiendo, la Delegación de Promoción , en manos del PP , ha decidido que durante el jueves y el vernes sí rija la prohibición de poner música en los recintos entre las cinco y las ocho de la tarde (que pueden seguir abiertos). Ese veto queda desterrado para el fin de semana, donde habrá música desde el arranque de las Cruces hasta su cierre.
La medida supone una rectificación del PP a sí mismo . El parón para descansar se aprobó por el equipo de la exconcejala de Festejos Amelia Caracuel (PP), que entendía que así se podía poner coto a las quejas de los vecinos de los barrios del Casco, que en muchas ocasiones tienen las barras y los equipos de música en la misma puerta de sus casas. Se puso en marcha por primera vez en 2015 (en unas bases aprobadas por la Junta de Gobierno presidida por José Antonio Nieto en enero de ese año) como consecuencia de una situación muy concreta que, dada la exultante juventud del actual equipo de gobierno, me atrevo a recordarles.
Las Cruces se salieron de madre . Progresivamente, determinadas zonas de la ciudad se convirtieron en auténticos botellones para desconsuelo de los vecinos e impotencia de la Policía Local a la que se le multiplicaban las llamadas. Fue la primera vez, por ejemplo, que se vallaron amplias zonas de la Cuesta del Bailío para impedir la presencia de chavales con bolsas o que se tomaron medidas para impedir la concentración de recintos en barrios como Santa Marina fuese a más. Se obligó, por ejemplo, a que las entidades montasen sus cruces en los barrios donde tienen su sede social . Amelia Caracuel explicó dichas determinaciones con el argumento lógico de la protección del vecino que se quejaba con toda la razón del mundo de hechos como los cortes de calles no autorizados o la imposibilidad de llevar una vida medianamente normal en el entorno de la fiesta. Ponerse en el pellejo del prójimo -y no en el de la caja registradora- nunca está de más. En algunas de esas casas viven personas que trabajan de noche o que tienen casuísticas concretas a los que se les hace difícil sobrellevar altos niveles de ruido continuados.
La concejala de Promoción (antes Festejos) , Marián Aguilar, ha explicado que la retirada parcial de aquel veto se ha adoptado con un amplio consenso que, por la reacción suscitada, no ha contado con el concurso de las asocciaciones de vecinos, que aún pueden ser un vehículo de malestar pese a no estar en su mejor momento de forma. Las Cruces son una fiesta espléndida donde se disfruta de la ciudad, de la Córdoba más radiante y de la provechosa costumbre de salir a la calle y compartir un rato con la familia y los amigos. De cultivar el ocio, las risas y el sentimiento de comunidad. La pregunta es si eran tan importantes esas dos horas de chimpún . Si alguien se ha molestado en pensarse dos veces qué beneficios aporta y qué problemas genera un gesto tan nimio como dejar descansar al personal un ratito antes de seguir con la fiesta.
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