Navidad en Córdoba
Galleros, la historia contada con dulces y chocolate en Rute
La empresa Galleros monta desde el año 2000 un Belén con figuras de cacao que ha mostrado monumentos, edificios, ciudades y civilizaciones de todo el mundo
Hace dos décadas, tres hermanos de Rute tuvieron una genial idea. La familia Garrido poseía desde comienzos del siglo XX una panadería en el pueblo, pero por esos azares de la vida los tres parientes tomaron caminos distintos en los 90 y, finalmente, volvieron a reunirse en el año 2000 para crear la empresa Galleros tal como se le conoce hoy en día. Es uno de los mayores fabricantes de pastelería de la localidad y destaca por su producción de dulces navideños, como otras empresas ruteñas que han encontrado y han sabido explotar en estas fiestas un nicho de mercado único.
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La idea de los hermanos Garrido fue abrir su nueva fábrica a las visitas y para hacerla más atractiva pensaron en montar un Belén de chocolate , una iniciativa que, según afirma Jorge Garrido, gerente de la empresa y miembro de la cuarta generación de la saga, no existía en ningún sitio. «Se pensó en un reclamo para la fábrica y ellos tuvieron la idea del Belén de chocolate », rememora.
Aquel primer Nacimiento ya tenía unas dimensiones considerables , pero nada que ver con lo que se monta en la actualidad. Era un Belen clásico, de ambiente hebreo con sus casas con cúpula, un castillo y, por supuesto, el portal con el Niño Jesús. Abarcaba 20 metros cuadrados con unas 15 casas de pastores y ya desde el principio «su repercusión fue tremenda», asegura Jorge Garrido.
Ante el éxito cosechado, al año siguiente Galleros repitió la iniciativa , manteniendo siempre una imagen de Belén tradicional. Y así siguió durante los primeros ocho años, incorporando pequeñas innovaciones como el uso de distintos tipos de chocolate , hasta que en el año 2008 se produce «un punto de inflexión», en palabras de Garrido. Aquel año «el enfoque fue diferente» y estos pasteleros optaron por representar la Mezquita-Catedral de Córdoba y el Puente Romano . Nunca hasta entonces nadie se había podido ‘comer’ el principal monumento de la ciudad, porque el destino final de este Belén de dulce es siempre el mismo: termina en una chocolatada infantil una vez que acaba la Navidad, en la que los escolares de Rute pueden darse un atracón o llevarse piezas de recuerdo.
Representar de esa manera la Mezquita de Córdoba tuvo una repercusión aún mayor y las visitas se incrementaron , aunque por entonces Galleros aún no disponía de un contador de visitantes. A raíz de aquel episodio, la empresa de Rute decidió dedicar su Belén cada año a una ciudad diferente , pero siempre manteniendo el espíritu de un Nacimiento navideño aunque incorporando elementos ajenos. Representaron Málaga, Sevilla, rincones andaluces de pueblos con encanto, monumentos patrimonio de la Unesco como el Tajo de Ronda... Incluso se atrevieron a representar las grandes civilizaciones de la humanidad y las siete maravillas del mundo, tanto las actuales como las clásicas.
En 2019 el Belén de chocolate de Galleros vivió su última, hasta el momento, evolución . Año tras año recibían miles de visitantes, y los empresarios pensaron que había llegado el momento de hacerlo más espectacular aún. «Dimos un salto muy grande en tamaño» , aclara Jorge Garrido, pero además se optó por una temática totalmente nueva que salió de la mente del propio gerente de la empresa. Sus familiares no daban crédito a la propuesta: un Belén realizado con figuras de fantasía, como champiñones gigantes, elfos, enanos compartiendo espacio con los pastorcillos, María y José, el Niño Jesús, la burra y el buey. El riesgo mereció la pena porque ese año se colocó por primera vez un contador de visitas que superó la increíble cifra de las 100.000 personas . Por desgracia, esa evolución se truncó en 2020 debido a la pandemia y, aunque Galleros siguió montando su Belén, ese año apenas hubo visitas. En este 2021, informa Jorge Garrido, esperan recibir un 85 por ciento de los turistas habituales.
Para armar este Nacimiento, Garrido encabeza un equipo de siete personas que trabajan durante cuatro meses. La idea básica se define en febrero y los maestros artesanos empiezan a elaborar las figuras en el verano, basándose en planos o, si no están disponibles, con imágenes a escala. Para ello emplean 1.500 kilos de chocolate al que cada año se le han ido incorporando otras materias como dulce de mazapán, coco rallado, canela, chocolate en polvo. Todo son alimentos comestibles para que los niños den buena cuenta del Belén.