CULTURA
El Museo de Bellas Artes de Córdoba celebra su 175 aniversario con claroscuros
Se creó con fondos de la desamortización, tiene la mayor colección de pintura cordobesa, pero nada se sabe de su nueva sede
Juan de Dios Álvarez Mendizábal fue un político gaditano y liberal, de pelillo rizado y largas patillas , tan decimonónicas como entrecanas. Así aparece en los retratos de época, aunque su nombre ha pasado a la Historia más unido a la palabra «desamortización» que a cualquier otra imagen suya o circunstancia biográfica. Esto se debe al proceso de expropiación forzosa al que, en 1835 y siendo presidente del Consejo de Ministros, sometió a las órdenes monacales y militares, edificios y terrenos que luego se vendieron para lograr dinero que sirviese para afrontar la deuda pública y para capitalizar el Estado . Aquel proceso, más allá del enfrentamiento que provocó entre Gobierno e Iglesia, también sirvió para que numerosas obras de arte y antigüedades que estaban bajo el poder eclesiástico pasasen a tener titularidad pública . Y fue ahí precisamente cuando comenzaron a nacer los museos de bellas artes provinciales que aún hoy perviven por toda la geografía española.
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El de Córdoba, que reunía buena parte de los fondos del actual Bellas Artes y también del Arqueológico, nació casi una década más tarde de la desamortización . En 1844, según explica la que fue su directora entre 1981 y 2012, Fuensanta García. Se fundó gracias a una Real Orden, aunque el Ministerio de Gobernación había apostado por el proyecto dos años atrás. La primera sede estuvo en el Convento de San Pablo , ubicado en lo que hoy es la Delegación de Cultura de la Junta pero al que entonces se accedía por la actual calle Pedro López y no por Capitulares. El traslado definitivo al Hospital de la Caridad, en el Potro , se realizaría en 1862 y sería allí donde se acabaría convirtiendo esta pinacoteca, que por entonces contaba con 289 pinturas, en una de las grandes referencias de la vida cultural cordobesa. Hoy, 175 años después de aquella apertura, el museo sigue en dicha ubicación , pero espera desde finales de los 90 un traslado a una sede de nueva construcción en el Campo de la Verdad que nunca llega debido al desinterés por este proyecto de cuantos ministros de Cultura se han sucedido en estos años. Mientras tanto, apenas se puede exponer una pequeña parte de lo que son sus fondos pictóricos .
Fuensanta García, conocedora como pocas personas del valor del Bellas Artes, explica que uno de sus principales atractivos es que contiene una buena representación de la pintura cordobesa desde la Edad Media hasta la actualidad . A ello se añade que dispone de una de la mejores colecciones de dibujos del panorama nacional, que comenzó a forjarse ya en el XIX y que se fue ampliando con nuevas adquisiciones y donaciones durante todo el siglo XX.
Familia Romero de Torres
En cuanto los fondos pictóricos, la colección contiene un fondo amplio de algunos de los maestros de la pintura cordobesa. En particular, de un clásico como Antonio del Castillo o de un escultor de categoría indudable como Mateo Inurria . También de Rafael Romero Barros, padre de los Romero de Torres y que fue conservador de esta institución durante muchos años. Romero Barros fue de hecho un personaje muy importante para la historia del Bellas Artes pues con inició un linaje de miembros de dicha familia ligados al museo. Uno de sus hijos, Enrique Romero de Torres, y su nieto Rafael Romero de Torres Pellicer ocuparían más tarde la dirección de la pinacoteca .
A eso se añade la importancia que esta institución tuvo en la vida de uno de los grandes pintores españoles del XX, Julio Romero de Torres, que se crió en la casa familiar que disfrutaban allí mismo y que también ejerció en su juventud como conservador. En esta sede estuvo de hecho la Escuela de Bellas Artes de Córdoba , por la que, bajo dirección de Romero Barros, no solo pasaron sus hijos sino también otros autores esenciales de la pintura y escultura cordobesas del siglo pasado, como es el caso de Tomás Muñoz Lucena, de Rafael García Guijo o del propio Mateo Inurria. La relevancia del antiguo Hospital de la Caridad como centro de la cultura cordobesa también queda patente si se tiene en cuenta que acogió a otras instituciones como la Sociedad Económica de Amigos del País, la Escuela de Maestras, el Museo de Antigüedades o la Biblioteca Provincial.
Los peores momentos se vivieron sin embargo tras la muerte de Enrique Romero de Torres. Llegó a cerrarse en plena Transición, unos años antes de que las competencias de su gestión fuesen transferidas a la recién nacida Junta . A inicios de los 80 se reabrió y en esa misma década se sometió a una reforma integral que permitió al fin que tuviese luz y agua . Fuensanta García, que llegó al museo en el 81, recuerda que el único personal eran entonces ella como directora y un vigilante. «El horario se iba cambiando a lo largo del año para aprovechar las horas de sol», explica.
Que la sede se había quedado pequeña era algo que se sabía desde hacía años y de ahí vino la decisión de buscar una nueva ubicación, algo que compete al Ministerio de Cultura dado que la propiedad del Museo sigue siendo estatal aunque su gestión esté transferida. Se acordó en la segunda década de los años 90 delimitar un espacio en los aledaños de la Calahorra para construir allí , con un coste de unos 14 millones de euros, un nuevo edificio que permita al fin mostrar los fondos de la pinacoteca sin la precariedad actual y disponer de una sala de exposiciones temporales. Llegó incluso a colocarse un cartel en la zona, pero el proyecto nunca vio la luz pues los diferentes gobiernos que se han sucedido las dos últimas décadas nunca lo han visto como una prioridad. Incluso existe desde 2011 un plan museológico, que duerme desde entonces el sueño de los justos a la espera que al ministro de turno le parezca oportuno destinar fondos a esta vieja demanda que cada cierto tiempo reaparece modo pero jamás se concreta. Los augurios no son buenos pues en mayo de 2018 el Gobierno ya anunció que no era una actuación prioritaria.
El 175 aniversario le llega así al Bellas Artes en la que ha sido su sede durante más de un siglo .