Muerte de Julio Anguita

Así fue el paso de Julio Anguita por la Alcaldía de Córdoba

Gobernó durante dos mandatos gracias al apoyo de la izquierda y a una victoria electoral en la que el PCA consiguió ser fuerza hegemónica

Anguita, tras la toma de posesión como alcalde en 1979 ABC

Rafael Ruiz

Si hay un responsable de que Julio Anguita llegase a ser Julio Anguita, ese es Ernesto Caballero . Militante histórico del PCE en la clandestinidad, fue Caballero quien apostó por un desconocido maestro de escuela de 37 años para encabezar la lista con la que el partido se presentó a las municipales de 1979. Dice la historia que el elegido para el primer puesto iba a ser el abogado Rafael Sarazá, un prestigioso compañero de viaje del PCE durante la clandestinidad que había llegado a la política de la mano del influyente Círculo Cultural Juan XXIII.

Julio Anguita fue un plan b en aquellas elecciones en el que los comunistas habían oteado la posibilidad de gobernar dado el pacto de asistencia mutua con el resto de la izquierda. Con ocho concejales, el PCE consiguió una ajustada victoria sobre UCD y el PSOE . Eso -y las malas decisiones de los socialistas que relegaron a su candidato natural- hicieron posible el llamado gobierno de concentración entre el PCA, PSOE y los andalucistas que cimentó el primer mandato.

Anguita siempre reconoció que los primeros años al mando del Ayuntamiento fueron un verdadero quebradero de cabeza. Las estructuras venían heredadas del franquismo con un jefe de la Policía Local, por ejemplo, que había formado parte de la División Azul como capitán pero que, aún así, se hizo cargo de la seguridad personal del regidor durante el 23-F.

El fallecido exalcalde fue un personaje peculiar en las formas y en los contenidos. Llegó a colocar un cartel en su despacho para advertir a todo aquel que fuese a visitarlo con el carné del PCE por delante que no había posibilidad alguna de encontrarle trabajo. En tiempos de desaliños indumentarios, Anguita aparecía de traje y corbata como defensa institucional del cargo público. Hubo polémicas para todos. Con el obispo Infantes Florido tuvo diferencias por la cesión de dos edificios a la comunidad islámica que dio lugar la famosa frase de «usted no es mi obispo pero yo sí soy su alcalde». En los actos del duodécimo centenario de la Mezquita, las tuvo con Felipe González a quien acusó de maniobrar para que los Reyes no visitasen el templo. Él, que siempre fue republicano.

Anguita con el Rey Don Juan Carlos en Córdoba ABC

El gobierno municipal del primer mandato fue un tanto caótico como demuestra que los socialistas acabaron dimitiendo. La explicación formal fue la adquisición de un edificio sin dar cuenta de los detalles principales a la corporacion. No obstante, se considera una etapa de efervescencia política en la que se toman algunas decisiones clave. Por ejemplo, toma forma el potente sector público municipal con la municipalización de Aucorsa (entonces privada y ruinosa), la adquisición del Gran Teatro o el cierre de la red de abastecimiento básico de agua y alcantarillado a toda Córdoba.

Anguita paralizó el primer Plan Renfe en lo que ha sido una de las decisiones que más se le han criticado por lapérdida de oportunidad que supuso. Sin embargo, tomó alguna decisión fundamental como revisar el vetusto plan urbanístico de 1958 que se concretaría en las nuevas normas de 1986. Alentó la primera candidatura de la Mezquita como Patrimonio de la Humanidad.

La segunda comparecencia electoral sería bien distinta. Anguita , que no el PCA, barrió. Con un 57 por ciento del voto, consiguió 17 de los 27 concejales del Pleno. De allí viene el famoso comentario de que le votaba hasta la derecha. Probablemente, tenga una explicación sociológica. La izquierda veía a un símbolo de que había algo más que el PSOE . En la derecha, siempre gustaron sus modales de hombre adusto. De profesor al que siempre se le hablaba de usted.

Si hubo un asunto que marcó su segundo mandato, ese fue el del Bulevar del Gran Capitán . Anguita optó por prometer una reforma de impacto en esta parte del ensanche de la ciudad. Los restos arqueológicos que aparecieron fueron abrumadores, inabarcables, una mina para los expertos. El gobierno municipal y las autoridades culturales mantuvieron una enorme polémica que tuvo la calle abierta durante muchos meses. Un compás de espera en el que no faltaron concentraciones en defensa del patrimonio histórico. El gobierno municipal de la época solventó el problema con la contratación de los camiones con tierra disponibles en kilómetros a la redonda. Los restos arqueológicos fueron tapados y el Bulevar del Gran Capitán acabado para pasmo de todas las alternativas que se creaban para investigar el pasado de Córdoba.

Tras dejar el cargo en 1986 , Anguita dejó de opinar sobre asuntos municipales. Guardó siempre un discreto silencio y su participación se limitó a los actos protocolarios.

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