Gastronomía
Las monjas de clausura de Aguilar de la Frontera que endulzan el Día de San Valentín
Las nuevas carmelitas aprenden repostería para mantener activo el convento y endulzar los paladares
La comunidad de madres carmelitas descalzas de Aguilar tomó con fuerza hace unos años una vertiente que, hasta entonces, no había explotado el convento. Se trata de la actividad repostera por la que apostaron decididamente las nuevas madres que pasaron a formar parte de este monasterio.
Toda la comunidad está conformada ahora por jóvenes que han tomado el relevo de la anterior generación cuyos últimos resortes fueron la madre Soterraño y la madre Carmen que fallecieron con apenas un mes de diferencia en el año 2018. Así permiten la continuación de la historia de una comunidad que surgió en Aguilar hace casi 350 años .
En una época en la que ya no existen los grandes mecenas de instituciones religiosas cómo podía suceder hasta mediados del siglo XX , las monjas de Aguilar han tenido que reinventarse para poder sacar adelante su vida monacal. Y todo ello, eso sí, sin aflojar un ápice su actitud de retiro, oración y contemplación de Dios.
Con la ayuda de personas cercanas fueron conociendo las fórmulas magistrales para fabricar dulces tan exquisitos como las tradicionales magdalenas de tacilla, los hojaldres caseros , los rosquitos de yema, el pastel cordobés o los brazos de gitano.
Y no sólo se atreven con los dulces también están tomando mucho renombre sus empanadas rellenas de atún o jamón . Siempre a gusto del consumidor.
Gracias al horno que pudieron conseguir, la quietud del convento comenzó a llenarse de aromas a clavo, ajonjolí o azúcar tostada .
Además saben acoplarse perfectamente a cada época del año. Hace tan sólo unas semanas recrearon el paladar de muchos visitantes con los autóctonos roscos de San Blas que salieron por decenas del torno del convento.
Y ahora, por San Valentín , unas exquisitas tartas en forma de corazón podrán servir de refugio en una tarde de café para muchos enamorados. Las tienen de varios sabores. Fresa, nata, chocolate, crema o trufa. Para que a nadie le falte su ingrediente preferido. Ellas, además, las adornan con cualquier frase de atención o cariño con la que se quiera deleitar al ser amado.
Del mostrador al torno
Para su venta cuentan con la ayuda inestimable de varias personas que no dudan en dedicar su tiempo a esta noble y dulce tarea. Se encargan de recoger los encargos y de vender el producto en un mostrador que se coloca justo en una de las entradas del convento. Son los brazos de la comunidad fuera de su clausura.
No obstante, también se pueden comprar los dulces directamente llamando al torno por el que la madre tornera dispensa el producto que se solicite.
Sin duda que las hermanas María Belén, María Paz, Ángeles, María Magdalena y María Maravillas , componentes de esta comunidad, dejarán un dulce sabor a todos los enamorados a partir de este año por San Valentín.