Así fue Córdoba 2020
Mónica Romero, residencia Vitalia San Rafael: «Nos sobrepasó la rapidez con que el virus se instaló»
La directora de este centro recuerda cómo vivieron los contagios en el año del Covid: 90 de sus 134 residentes, y 20 trabajadores
Las residencias de mayores de Córdoba, así como las del resto del país, sufrieron con dureza los embates del coronavirus tanto en la primera como en la segunda ola. En ellas (hay unas 80 repartidas por toda la provinci a) viven y conviven miles de ancianos, muchos de ellos con patologías previas que complican una infección como la que supone el Covid-19. Y pese a que se tomaron medidas extraordinarias para intentar proteger los geriátricos de los contagios (prohibición de salidas y entradas, ampliación de personal, vigilancia de las autoridades sanitarias...), el virus ha logrado entrar en algunas de un modo u otro.
Vitalia Home San Rafael de la capital fue una de ellas. El pasado 23 de noviembre se detectó el primer caso de un brote que terminó afectando a 90 de sus 134 residentes (un centenar de ellos tienen plaza concertada con la Junta), aunque la mayoría de ellos lo pasaron «con síntomas leves e incluso asintomáticos», tal como recuerda la directora del centro, Mónica Romero, que estuvo al frente de la crisis todo el tiempo tras más de 15 años trabajando en la empresa. Los casos más graves, explica, lo fueron «por sus patologías de base circulatorias, respiratorias y propias de la vejez que ya requerían cuidados paliativos previos». Terminaron falleciendo 10 ancianos de Vitalia San Rafael pero desde hace unos días la situación, asegura Romero, está ya bajo control.
También resultaron contagiados 20 trabajadores de Vitalia San Rafae l, que cuenta de media con 67 empleados. Sin embargo, a raíz de la crisis sanitaria la empresa ha reforzado su plantilla, al igual que se ha hecho en otros centros, para luchar contra el coronavirus. Sobre todo durante el brote, la directora sostiene que «se ha reforzado la plantilla de auxiliares, enfermeros y limpieza, y con multitud de recursos materiales. Nunca pensamos ni usuarios, familiares y trabajadores que experimentaríamos una situación tan cruel y tan devastadora como esta. Ante ella lo más importante ha sido el esfuerzo y la capacidad de adaptación de todos los que nos hemos visto envueltos en ella, a niveles físicos y psicológicos, dignos de ser reconocidos». Ahora mismo, informa Romero, son 90 las personas que trabajan en el día a día de Vitalia San Rafael, casi tantas como residentes.
Gracias a todo ese esfuerzo, ahora «trabajamos implantamos un modelo por grupos únicos e inamovibles a razón de 13 horas, donde el trabajador es destinado a un grupo determinado y exclusivamente a ese; mismo puesto, mismos usuarios a atender y mismos trabajadores, evitando así, en lo posible, el contagio cruzado y la propagación del virus», declara Mónica Romero. La primera ola pasó sin afectar a Vitalia San Rafael, que se benefició, según la directora, del «estado de alarma generalizado que sufrió el país y las prohibiciones de salidas al exterior, anulación de citas médicas y todo aquello que permitía salidas de carácter esporádico de residentes y trabajadores».
Pero tras la «devastación» de la primera ola, dice la responsable del geriátrico cordobés, «nos nutrimos de los defectos que destacaron en esos momentos para prepararnos de forma consciente ante la situación, algo visionarios, que antes o después nos afectaría. Por ello desde la Central se nos suministró todo el material higiénico, sanitario de limpieza (bactericidas, virucidas) y equipos de protección individual que nos han acompañado todos estos largos días, sin tener en ningún momento carencias de ningún tipo, al igual que de un protocolo de actuación específico».
La Consejería de Salud también aportó su parte: medicalización llevada a cabo desde el Reina Sofía . El contacto con los familiares, por otra parte, se realizó por vía telefónica mientras estuvieron prohibidas las visitas. Para situaciones excepcionales, aquellas en las que se sabía que el drama terminaría inevitablemente con la muerte, hubo que habilitar una zona especial «para que las familias, si lo estimaban, pudiesen despedirse de sus familiares residentes».
Mónica Romero recuerda las dificultades para hacer frente al coronavirus Covid-19. «Sin duda nos sobrepasó la rapidez con la que el virus se instaló en el centro y se propagó. Al ser la mayoría de los casos asintomáticos fue más difícil clasificar a los residentes, e incluso a los trabajadores. También estuvimos desbordados por la falta de personal de enfermería para contratar, que hacía las cosas más difíciles», concluye.