Cultura

El Molino de San Antonio y de Martos, un viaje al pasado de Córdoba

Antiguamente, «se tiraban desde trampolines y nadaban de un molino a otro, había hasta hidropedales»

Interior del Molino de San Antonio Roldán Serrano

María Diéguez

El Molino de San Antonio y el de Martos llevan cuatro semanas abiertos de cara al público y «están teniendo muy buena acogida», afirma Antonia Garrido, una de las cuatro historiadoras encargadas de explicar los siglos de vida que atesoran. «La gente pregunta y está atenta a lo que le cuentas», añade.

Al día, los molinos reciben entre 18 y 24 visitas , eso sí, con perfiles distintos: mientras que el de San Antonio da la bienvenida a muchos extranjeros de distintos lugares, al de Martos le visitan los locales y nacionales. Según Lola Gómez, otra de las guías, eso ocurre «porque el de San Antonio está al lado del Puente Romano».

«Con este calor llegan menos visitas», explica Garrido. Por eso felicitamos a los que vienen porque hacen un doble esfuerzo», bromea.

De todos modos, algunas familias se dejan caer para realizar la visita gratuita . «Es muy interesante conocer el funcionamiento de los molinos y además, que te lo expliquen así de bien», se escucha decir a una familia de turistas. La historiadora Gómez aprovecha la oportunidad para contar que no hace tanto «nuestros abuelos se bañaban en el río y se tiraban desde los molinos». En esa línea, explica que hay muchas personas mayores que entran «simplemente para recordar y enseñarnos fotos», relata. «Sí, en las fotos aparecen hasta hidropedales y trampolines», se sorprende Charo Caballo, otra de las historiadoras.

Dos historiadoras explicando el Molino de Martos Roldán Serrano

Si nos remontamos al pasado, el de San Antonio data del siglo XIII y XIV cuando funcionaba como molino harinero. En el caso del de Martos, es de origen árabe y fue con la conquista cristiana, cuando Fernando III se lo regaló a su hermano y este, a su vez, a la Orden de Calatrava .

Según los turistas, «el molino de San Antonio impresiona más porque, a pesar de que es más pequeño, se ve el agua». Franceses, belgas, americanos, entre otros, se interesan por él. «Es curioso que muchos de ellos vienen desde Málaga o Torremolinos porque allí tienen su segunda residencia», explica Garrido.

Por otro lado, está el tema de la visita gratuita. «No creo que la gente dejara de visitarlo si hubiera que pagar algo», afirma Caballo. «Muchos preguntan que cuánto es el precio y otros, quieren darnos algo por el trabajo que hacemos», continua. «Nos toca explicarles que no hace falta pagar nada de nada», sentencia.

Exterior del Molino de San Antonio Roldán Serrano

«Funciona», considera Concha Gutiérrez, la cuarta historiadora. «Tenemos que cuidar el Patrimonio Histórico de nuestra ciudad», añade. Además, las cuatro están de acuerdo en que los molinos despiertan muchos recuerdos nostálgicos.

«El otro día vino un padre, de 90 años, con su hijo de 70 y le explicaba que él iba nadando de un molino a otro y que se tiraba por las ventanas del de San Antonio», narra Garrido.

Por su parte, «los cordobeses también están interesados», apunta Caballo. Y para corroborar su afirmación, una cordobesa pasa por allí para preguntar los horarios. «Es que mi nieta está deseando verlo», explica.

El acceso a ambos molinos se pueden hacer de lunes a viernes de 9.00 a 14.00 horas y no hay horario de visita guiada. Cualquiera que decide hacerla contará con una explicación histórica de manos de alguna de las cuatros historiadoras. «Lo repetimos al día las veces que hagan falta», señalan.

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