Opinión

Moisés, retrato de una epidemia

Superó el coronavirus, tras pasar por la UCI, pero su padre no pudo hacerlo; su historia es munición para la moral

Un ciudadano sale del Hospital Reina Sofía de Córdoba Valerio Merino
Baltasar López

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Hay miles de historias en esta epidemia . Pero mi compañero, Aristóteles Moreno, tuvo el gran acierto este domingo de contarnos la de una persona que al mismo tiempo es el rostro de la esperanza y de la tragedia en medio de la pandemia . El relato de Moisés López es un ejemplo de manual de cómo el covid-19 te infecta la vida en un abrir y cerrar de ojos. Porque el 16 de marzo estaba en su trabajo en una fábrica y un mes después se encuentra en su casa recuperándose del coronavirus , que lo tuvo «más para allá que para acá», y del mazazo de que su padre muriera por esta maldita enfermedad mientras él estaba ingresado en el Reina Sofía.

Moisés muestra la crueldad con la que golpea el covid-19 . Te pone un nudo en la garganta que asfixia cuando nos cuenta que, antes de llevarle a la UCI para que le sedaran, hizo una videollamada a su mujer «poniéndole la mejor cara que podía». «Me dije: “Mira, si está de Dios que me voy, por lo menos que vea la última vez la cara de mis hijas y de mi mujer”», confiesa. Se te hiela la sangre cuando narra la angustiosa espera de su esposa mientras estaba en Cuidados Intensivos porque la llamaron del hospital para informarle de que «no podía apagar el móvil ni de día ni de noche por si la cosa se complicaba».

Y pone los pelos de punta el pasaje en el que recuerda que, tras salir de la UCI , se enteró de que su padre , de 77 años, había fallecido víctima del coronavirus . Moisés, a corazón abierto, explica que «me vine muy abajo. Me tuvieron que sedar». Después, se pudo tranquilizar un poco y «empecé a darle duelo mentalmente». «Otra cosa no podía hacer. No hemos podido darle entierro», explica, dando voz a los que han perdido a un ser querido de una forma tan bestial que no permite ni el último abrazo ni unas cariñosas palabras de despedida al oído de la persona que vas a perder.

Pero igualmente nos enseña lo bueno que sacan las catástrofes, y ésta lo es; sanitaria, pero lo es, de muchos ciudadanos. Cuenta que en Cuidados Intensivos, tras pasar los momentos más críticos, le dijo a una enfermera que «me daba penita no poder ver a mis niñas ni a mi mujer». Entonces, ella desde su móvil protegido por plásticos llamó a su esposa. «Me dio un subidón» , dice gráficamente, evidenciando que nuestros sanitarios no sólo curan el cuerpo, sino también el ánimo de quienes se ven atrapados por el coronavirus.

Y emociona hasta casi aflojar el lagrimal que sus vecinos salieran a aplaudirle y recibirle el día que volvió del Reina Sofía. En su casa, ahora hace la cuarentena , que tiene sus cosas duras: «No sé en qué momento podré volver a abrazar a mis hijas. De los abrazos no te das cuenta hasta que no los tienes». Como ciudadano, doy las gracias a Moisés por haber sido tan valiente de rememorar en ABC todo lo que le ha pasado. Su relato es una munición excelente para la moral en esta batalla contra el coronavirus .

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación