RELIGIÓN

Moderar el afecto, detectar y alertar: las claves del protocolo contra los abusos de la Diócesis de Córdoba

El documento encargado por el obispo establece una hoja de ruta e insiste en la necesidad de actuar

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, durante una misa Valerio Merino
Luis Miranda

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Los sacerdotes y laicos de la Diócesis de Córdoba ya tienen a su disposición el protocolo con el que podrán trabajar para prevenir los casos de abusos sexuales a menores y personas vulnerables y para actuar en el caso de que se produzcan. El documento encargado por el obispo, Demetrio Fernández , funcionará como una hoja de ruta, que por un lado busca evitar que se cause el daño, desde la selección de personas que están en contacto con los menores y con las personas vulnerables hasta lo que hay que hacer si se han detectado.

Tiene que empezar en la selección de profesores , animadores, catequistas, voluntarios, monitores y personas que tienen que estar en contacto con los menores. Es obligatorio solicitar un certificado negativo del Registro Central de Delincuentes Sexuales y comprobar su idoneidad, pero todos los sacerdotes y laicos firmarán un documento de responsabilidad personal en que harán constar su rechazo a abusos sexuales.

Revelación

El protocolo enseña cómo detectar los casos cuando se han producido, mediante señales físicas o por modificaciones de comportamiento, y aconseja derivar los casos a los profesionales capacitados para eso. Y también cómo hay que actuar en caso deque la víctima lo revele: «La revelación nos enfrenta crudamente a la realidad del menor y es insoslayable. De ahí la importancia de saber cómo actuar». Y eso pasa por ser sensible, no mostrar emociones ni tampoco incredulidad, no pedir detalles ni interrumpir e informar inmediatamente a los padres.

El código de buenas prácticas insiste en la prudencia con los menores y en evitar quedarse a solas

«El deber moral de comunicar el abuso y proteger a los niños está por encima del deber de guardar la confidencialidad de otro tipo de informaciones y relaciones profesionales o de amistad», afirma el documento, que habla de « obligación ética y legal ». Una parte importante se dedica al Código de Buenas Prácticas, donde se dice que la Iglesia tiene que ser «un espacio seguro» para la infancia, y que busca tanto fomentar « estilos sanos de relaciones interpersonales » como formar y capacitar para detectar situaciones de abusos. Se proporcionan pautas como que las muestras de afecto se hagan «con mesura y respeto», y que no se realicen en absoluto si el menor muestra desagrado, aunque no tengan mala intención.

Establece prohibiciones, como la relación «preferencial» con menores, cualquier broma o juego de índole sexual, entrar en vestuarios o duchas y publicar fotografías sin el consentimiento de los padres. Habrá sanciones si no se cumple. Hay también en el protocolo normas para actuar en caso de que en la parroquia, colegio o movimiento se dé un caso, y que pasan por acoger a la víctima, alejar al acusado de forma preventiva.

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