Misterios de Córdoba: la verdad del duende de la calle Almonas

la historia del espíritu burlón que protegía, por amor, a una mujer de fatídico destino por la envidia de su hermano

José Manuel García Bautista

Para mí fue una sorpresa encontrarme con 'él'. Estaba enfrascado en escribir un libro sobre Córdoba hace ya años –el primer libro que se escribió de los misterios de Córdoba –'Córdoba Misteriosa' Almuzara, 2010-.

Podríamos llamarlo duende ruidoso , espíritu burlón , o más modernamente como poltergeist, pero en cualquiera de los casos, cuando un ser del más allá, sea cual sea su definición, es un espíritu bienhechor queda lejos describirlo como una maldición, como un pesar, para ser y hacer aquello que al resto de los mortales nos está vedado...

En el barrio de San Andrés , en la calle Almonas, va a transcurrir nuestra primera historia, a caballo entre la leyenda y la realidad. Allí, en tan bello marco de Córdoba vivía una rica señora y en torno a ella iban a suceder negros acontecimientos.

El caballero Fernando de Cárcamo , que posteriormente cogería los hábitos, había fallecido y su herencia la decidió repartir entre sus hermanos. Los padres favorecieron un poco más a la joven otorgando una mayor parte de la herencia en detrimento del varón, que ya tenía en su haber numerosas rentas. Los hermanos mantuvieron una dura pugna negociadora pero la joven no accedió a los deseos avaros del ambicioso caballero. «No puedo ser menos que ella, ¿por qué mi suerte es tan desigual?» Se preguntaba el cariacontecido joven mientras que por su cabeza circulaban mil y una ideas, hasta la del asesinato de su hermana.

La hermosa joven decidió trasladarse a vivir a una de las casas heredadas, donde iba a coincidir con un curioso personaje.

Dicen que los duendes no son patrimonio de nuestra Humanidad, que ellos, desde ese mundo etéreo destinado a los no vivos eligen los momentos en los que manifestarse e incluso en el que mostrar su llanto lastimero ante el transcurrir de los siglos viendo vagar su alma en pena inalterable cual crisol eterno.

Una de esas almas en pena es la que Ramírez Arellano nos narra: un hombre, aprovechándose de su joven condición abofeteó a su padre anciano, como consecuencia de aquel acto innoble su alma fue condenada a vagar por aquella casa por toda la eternidad. Y en aquel relato, que nos llega del siglo XVII, nos sigue diciendo: «Martín coincidió en la casa con la mujer, y aficionóse el duende de la güéspeda y aparecíasele en formas exteriores, hablándole y diciéndole mil requiebros. Ella le rechazaba una y otra vez, entre otras cosas por su apariencia de ser feo y diminuto (no levantaba más de media vara), pero el amor del duende era incondicional».

El egoísta y avaro hermano de la bella joven acudió durante seis años para tratar de cometer el asesinato, el Martí, el duende, se encargaba de organizar grandes tumultos y ruidos , tales que acudían los vecinos en gran cantidad para ver lo que estaba sucediendo. Con tantos testigos era imposible acometer su trágica empresa desistiendo en multitud de ocasiones. La fama del lugar fue tal que pronto se corrió la voz por toda la ciudad de que en la calle Almonas se manifestaba un duende muy ruidoso.

La joven acudía diariamente al confesor quién le rogaba que no mantuviera ningún trato con el duende, a riesgo de estar en grave pecado. Pero el duende, o el fantasma de Martín, gustaba de hablar con aquella joven e incluso impartirle clases de teología, haciendo gala de sus conocimientos del más allá .

Cierto día la joven decidió mudarse a las cercanías de la Catedral, junto al colegio de San Roque , y pese a que el duende trató de advertirle de los peligros y rogarle que no abandonara aquella casa todo fue inútil. Sabía que fuera donde fuera no podría hacer nada por la vida de la muchacha, estaba ligado a aquella casa, a aquellas paredes, era el alma que moraba por aquellas estancias y el alma atormentada, y enamoradiza, que velaba por la vida de la joven.

El día de Nochebuena , en la esquina de la calle Judería que da a la Mezquita, su cruel hermano cometió el asesinato, la había estado siguiendo sigilosamente y cuando hubo determinado el momento adecuado la apuñaló mortalmente sin que nadie viera lo ocurrido. Al nadie sospechar de él fingió una gran pena por su hermana, llegando a vestir el luto por aquellos a los que se quiere y nos abandonan para siempre.

La casa quedó vacía y nuestro particular fantasma, o duende ruidoso, quedó triste en su pesar eterno. La casa no lograba venderse ni alquilarse, no se obtenían rentas por ella, tenía fama de ser una casa encantada y el asesino, el hermano cruel, decidió irse él mismo a vivir allí y demostrar que no sucedía nada.

Pasó el tiempo y no se advertían ruidos en la casa, pero tampoco evidencias de estar habitada. El tiempo pasaba y al hacer tres años, el Corregidor, alertado por las habladurías hizo derribar la puerta de aquella casa. El autor que nos referencia esta historia de fantasmas, Ramírez de Arellano , expone fríamente cómo el cuerpo del asesino fue encontrado sin vida junto a una soga que pendía de una de las vigas del techo de la vivienda. De manera espectral destacaba la figura de aquel fantasma protector, conocedor de las intrigas del cielo y de la crueldad de la Tierra, quién autorizaba a que se llevaran aquel cadáver para ser enterrado en un camposanto pues no había sido un suicidio sino una ejecución del más allá a aquel, que por avaricia, había segado la vida de su joven hermana.

Si está interesado en visitar tan curioso lugar pese a los siglos pasados, tal vez, pueda encontrarlo enfrente de la calleja Macera , por encima de la almona o fábrica de jabón, viniendo de ahí su nombre: calle Almona de Paso, hoy día denominada como Pintor Bermejo . Ahí se ubica esta nueva casa encantada cuyo origen se tornó tragedia en el siglo XVI y cuyas reminiscencias románticas han sobrevivido hasta nuestro siglo XXI.

La imagen clásica que tenemos de toda casa encantada suele ser la de un caserón muy antiguo, tremendamente descuidado, con un pasado en el que la muerte y el sufrimiento están muy presentes y en las que muy pocos se animan a habitar, pero no siempre son así. Le puede suceder en su propio hogar, mientras lee un libro de misterios sobre Córdoba sentado en su cómodo sofá o leyendo tranquilamente en la cama a la luz de la lámpara de la mesilla, en ese momento puede escuchar una voz surgida de la nada que lo llama por su nombre, o una puerta que se abre o un cajón que movido por unas manos invisibles deja ver su contenido de forma inexplicable, una sombra, una reflejo visto por el llamado 'rabillo del ojo' o un objeto que cae misteriosamente... En ese momento lo imposible está ante usted, en su propia casa .

Las casas encantadas son conocidas en nuestra ciudad desde hace siglos, las crónicas históricas ya hablan de los duendes del ayer, y en aquella época eran aceptadas las diferentes creencias en seres espectrales, en fantasmas y demonios, de los que siempre se podía refugiar uno en los brazos de la Iglesia protectora bajo pena de caer en manos de la Inquisición y ser tenido por hereje... Fueron en estas circunstancias y bajo experiencias tremendamente terroríficas donde la ciudad quedó preñada para el recuerdo con nombres como la 'Casa del Duende' , la 'Huerta del Duende' o el 'Horno del Duende' , la herencia misteriosa y eterna de Córdoba.

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