Misterios de la Arqueología
¿Qué pasó con el circo romano de Córdoba?
Una inscripción del siglo III insinúa la existencia de un segundo recinto para celebrar carreras de caballos y cuádrigas
En la primera mitad del siglo III d.C., el ciudadano romano Lucius Iunius Paulinus se gastó una pequeña fortuna en regalar a los cordobeses luchas de gladiadores, funciones teatrales y espectáculos circenses para celebrar su ascenso a un alto cargo. Una inscripción que se conserva en el Museo Arqueológico de Córdoba recuerda aquellos fastos, en los que el potentado se retrató con 400.000 sestercios , suficiente dinero como para comprar unos 7.000 litros de un vino decente o pagar el salario anual de 20 pretorianos, según el edicto de precios máximos de Diocleciano del año 301 -una medida intervencionista que, dicho sea de paso, fue un fracaso-.
Hata aquí, todo bien. Un patricio se gasta su dinero en patrocinar juegos en la Corduba imperial, el «pan et circenses» . El problema viene por la fecha. El circo -una suerte de hipódromo- de Córdoba, localizado y documentado aproximadamente bajo la actual manzana de Orive, a la sombra del templo romano , se abandonó unas décadas antes. Entonces, ¿dónde tuvieron lugar los juegos circenses que pagó el tal Junio Paulino?
La explicación más sorprendente es que la Corduba romana hubiera dispuesto de un segundo circo tras el abandono del primero por motivos desconocidos. Desidero Vaquerizo , catedrático de arqueología de la UCO, explica que «tal idea no pasa de ser una mera hipótesis». Si el circo principal ya no estaba en uso, «pudo perfectamente bastar para su celebración una pista de carreras, con tribunas y gradas provisionales, dispuesta en cualquier espacio abierto de la ciudad». O sea, en mitad del campo. De ser así, no han quedado restos de aquel segundo hipódromo, o no se han hallado aún. «La arqueología no tiene la menor prueba de su existencia, más allá del epígrafe de Lucius Iunius Paulinus citado antes», detalla.
La confusión
Para Antonio Monterroso , también arqueólogo y profesor de la UCO, la cuestión está clara: jamás existió un segundo circo en Córdoba, entre otras cosas porque ninguna ciudad del imperio romano se permitió ese lujo. «No hay ciudades con dos circos», afirma, y «todas las propuestas para seguir justificándolo son inconsistentes pues no hay evidencia alguna de este pretendido segundo circo».
Pudo ocurrir, aclara Monterroso, que los juegos pagados por Junio Paulino se celebraran en el recinto ubicado extramuros junto al actual templo de la calle Claudio Marcelo. Tal vez sólo se abandonó en el siglo III una parte del edificio , la que está documentada, pero sin perder su funcionalidad. «Muchos monumentos de espectáculos de Roma se abandonan, a veces, en parte, y siguen funcionando», indica el arqueólogo.
A la confusión contribuyeron los restos descubiertos en 2003 bajo el Rectorado de la Universidad de Córdoba, en la antigua Facultad de Veterinaria. Las primeras excavaciones insinuaron un edificio público de enormes proporciones , que pronto se identificó con el supuesto segundo circo. Además, estaba cerca del palacio imperial de Cercadilla, y «los circos suelen asociarse a palacios y villas en esta época».
Conviene aclarar aquí que las grandes urbes romanas, como Córdoba, disponían de tres grandes edificios públicos para acoger espectáculos. En los teatros, por lo general de forma semicircular como el de Mérida, se representaban las obras de clásicos griegos y romanos como Esquilo o Plauto; en los anfiteatros (piensen en el Coliseo de Roma) los gladiadores «morituri» se ensañaban unos con otros; en los circos, el edificio que nos ocupa, corrían los émulos de Ben-Hur y Messala. a caballo, en bigas o cuádrigas. De los tres disponía Córdoba, y todos eran enormes.
Pronto se vio que aquellas piedras bajo la antigua sede de Veterinaria fueron en su día el anfiteatro de Córdoba, el lugar donde se celebraban las luchas de gladiadores, no las carreras de cuádrigas que requieren de mucho más espacio. Era tan grande que se estima que podía acoger a entre 30.000 y 50.000 espectadores , el doble que el actual estadio del Arcángel. Sólo lo superaban el Coliseo de Roma y el anfiteatro de Cartago.
Descartada aquella ubicación al oeste de la ciudad, solo queda la especulación . Si el segundo circo fue apenas una pista improvisada, es prácticamente imposible que puedan hallarse restos arqueológicos, y eso que en Córdoba aparecen apenas hollando el suelo unos centímetros. « De ahí la dificultad en localizarlos si no contaron con estructuras de obra», concluye Vaquerizo.
.
Noticias relacionadas