José Luque Velasco - Desde mi rincón
Un mirlo blanco
La familia y los amigos de Jesús Aguirre hemos salido ganando; el PP en Córdoba ha perdido a un gran valor tras las elecciones
esde hace algún tiempo me digo que reflexionar sobre política es perder el tiempo. La democracia española va a cumplir cuarenta años y a muchos españoles nos causa bochorno el espectáculo que se está dando. Las reformas que el pueblo viene reclamando a los políticos, a estos les entra por un oído y les sale cualquiera sabe por donde. Desde las primeras elecciones venimos oyendo la palabra «cambio» como talismán para echar al que gobierna. Pero el ciudadano sólo percibe cambios en el recaudador. El que llega culpa al anterior de todos los males, justificando así nuevas subidas de impuestos. Los políticos nunca cambian. La mayor parte de los que mandan llevan en el machito los cuarenta años.
Los nuevos, esos con los que ahora pretenden embaucarnos, en su mayoría sólo tienen como currículo haber pegado carteles desde su más tierna infancia, fidelidad a los mandamases y ser capaces de no pensar fuera de la corriente marcada por la dirección ¡Son clónicos! Esa es la realidad que personalmente percibo.
Las campañas electorales no sirven para nada. Mejor dicho, sirven para incitarnos a votar a alguien o contra alguien ¡Qué más da! Buscan evitar que las abstenciones o los votos en blanco demuestren que nuestra democracia está enferma. Los políticos ni respetan lo que prometieron, ni son ciertas las fobias que expusieron, ni siquiera acatan la opinión expresada en las urnas. Sólo buscan el poder. Para alcanzarlo venden ideología, dignidad y lo que haga falta. Y buscan el poder no para satisfacer nuestras necesidades, sino para colocarse y colocar a sus más cercanos, asegurándose el presente y, mientras el sistema no cambie, también el futuro. España no se merece la mayoría de políticos que tenemos. Pero gracias a Dios no todos son iguales.
Hace pocos días recibí agradable foto de un buen amigo, compañero «craterano», una persona buena y gran médico. Por los sinsentidos de la vida no repite como senador del Partido Popular. A Jesús Aguirre le han bastado minutos para ponerse la bata blanca, colgarse el fonendoscopio y estar al servicio de los enfermos en el centro de salud. Jesús, ni ha pedido ni ha necesitado puertas giratorias, recomendaciones partidistas o cementerio de elefantes. Jesús está por encima de todo eso, como lo ha demostrado en los cuatro años que ha representado a Córdoba como Senador.
Al no encabezar la candidatura del Senado por la provincia de Córdoba, el PP, por su ceguera, ha perdido un gran valor en las instituciones nacionales. Su familia, sus amigos y Córdoba hemos salido ganando. Hemos recuperado para nosotros a un buen amigo, un buen médico y un valor a tener en cuenta para el futuro político de una ciudad como Córdoba que necesita personas que, como Jesús, pongan humanidad, sentido común, cercanía, honradez y mesura al ejercicio de la política.