APUNTES AL MARGEN

Milagro, votación unánime

La sociedad da por hecho que sus representantes no van a ser capaces de sentarse y hablar como personas

Pleno de la Diputación Provincial en este mandato VALERIO MERINO

RAFAEL RUIZ

Se ha destacado poco que la Diputación de Córdoba acaba de aprobar sus presupuestos por unanimidad de todos los grupos políticos sin que consten heridos tras la votación. Si noticia es que el niño muerda al perro en vez de que el perro muerda al niño, como dice la regla clásica del periodismo, la institución que preside el socialista Antonio Ruiz tendría que aparecer en los noticieros nacionales. A pesar de que las diputaciones mismas son instituciones de incierta representatividad y escaso apoyo social, la de Córdoba es una especie de crisol de la España de hoy. Tiene presencia de cinco partidos , está gobernada por una coalición de PSOE e Izquierda Unida, y emergentes como Ciudadanos y Ganemos -Podemos no concurrió a las municipales- cuentan con escaño. La aritmética de la institución del Palacio de la Merced no coincide con la arrojada por las recientes generales aunque sí con la de las municipales tamizada por el disparatado, anacrónico y antidemocrático sistema de elección indirecta por partidos judiciales.

La cuestión es que el Pleno de la casa se ha reunido esta semana y ha dado el visto bueno general a los primeros presupuestos del equipo de gobierno de PSOE e IU. Desconozco los detalles concretos aunque es razonable pensar que han hablado, han cedido y se han puesto de acuerdo en un documento que sea del gusto de todos . Pese a que se defienden planteamientos distintos, se ha dado un aprobado global, lo cual invita a pensar que han trabajado para que el acuerdo plenario sea del gusto de todas las sensibilidades.

Llama la atención lo ocurrido en la Diputación porque sería impensable en otras instituciones con mayor exposición pública . El gobierno municipal de Córdoba, por ejemplo, no ha hecho ni un movimiento para intentar convencer a los no firmantes del pacto de investidura de que su propuesta fiscal y económica para el año venidero tiene encaje en sus visiones políticas. El PP no necesitó en el anterior mandato de los votos de nadie -aún así, se hubiera evitado muchos problemas dedicando más horas al diálogo político- pero el equipo de gobierno que preside Isabel Ambrosio parece no ser consciente de que gobierna con una precariedad absoluta . El hecho de que la regidora haya llamado a consultas a todos los grupos municipales para venderles su solución sobre Cosmos, menos a los concejales del Partido Popular , demuestra el preocupante desinterés por escuchar al contrario que se gasta ahora en las zonas nobles de Capitulares. Siete concejales , siete, no dan para determinados comportamientos de cordón sanitario. «De dónde saca, ‘pa’ tanto como destaca», que decía el cuplé de los años 20.

Llevada a su extremo, la sociedad ha dado por natural la incapacidad de hablar de quienes les representan . Y eso es terrible. Está ocurriendo en España con el panorama político salido del 20 de diciembre. La ciudadanía da por hecho que va a ser más fácil un desacuerdo que un acuerdo a pesar de las amenazas ciertas de que la inestabilidad institucional se cebe con la economía nacional. La llegada de nuevos partidos, se supone, traería nuevos aires pero resulta que las actitudes de máximos protagonizada por Podemos, la respuesta de los barones socialistas y la enorme debilidad del delegado del PSOE andaluz en Madrid aventan la tesis de unas elecciones anticipadas , ya sea en marzo de 2016 o en cuanto al Consejo de Ministros se le tuerza la aritmética parlamentaria.

Siete concejales de Isabel Ambrosio no dan para ciertos comportamientos de cordón sanitario

La alocada demolición del consenso como concepto constructivo y de los acuerdos de Estado tiene parte de culpa. El indisimulado sectarismo de las élites partitocráticas, independientemente del carné que lleven en la cartera, también. Tan absurdo es el diagnóstico de que las grandes fuerzas políticas no pueden hablar y acordar asuntos de relevancia pública como que un recién llegado, con una fuerza electoral importante pero no mayoritaria, quiera alterar por mera estrategia interna -parte de sus diputados son prestados por la versión pop del nacionalismo - los tres o cuatro principios de sentido común sobre los que ha sustentado la extraña, por históricamente inusual, democracia española .

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