PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
Mezquita-Catedral de Córdoba, el diamante que no deja de pulirse
Han pasado 35 años desde la designación de la Unesco y el monumento ha crecido en formas de visita, en elementos que conocer y en restauraciones
Treinta y cinco años son casi media vida para una persona, pero apenas un suspiro para un monumento que lleva en pie más de mil años, con todas las modificaciones que se quieran. Un visitante que entrase en la Mezquita-Catedral de Córdoba en octubre de 1984 conoció un monumento que en esencia es el mismo que ha llegado hasta hoy, pero si sólo regrasara ahora, treinta y cinco años después, también encontraría cambios, y si se informara sabría que habían pasado muchas cosas y notaría que lo que ve del edificio es ligeramente distinto a lo que conoció la primera vez.
Entre una vez y otra, entre octubre de 1984 y octubre de 2019 pasaron muchas cosas, pero la primera de ellas fue que la Unesco distinguió al monumento como Patrimonio de la Humanidad . Era un momento en que estas distinciones todavía no eran tan frecuentes y distinguían a bienes culturales de gran importancia. En aquellos años, en España entraron en la lista el monasterio de El Escorial, la cueva de Altamira, el acueducto de Segovia y la Catedral de Burgos, entre otros.
El visitante que repita asistencia encontrará desde luego muchas más personas en el templo. En 1984, las cifras del turismo eran altas, pero con el paso de los años y la extensión de una mayor calidad de vida se han incrementado. Así, en las dos últimas décadas la Mezquita-Catedral recibe a un número de visitantes que ha crecido en un 65 por ciento . En los primeros años del siglo XXI se movía siempre en torno a los 1,2 millones de visitantes, con picos como el de 2001, pero también valles como 2004, en que apenas superó el millón.
El año pasado, el conjunto monumental rozó los dos millones de visitantes y la evolución, con un crecimiento del 2,31 por ciento con respecto al año anterior, invita a pensar que puede continuar, sobre todo con los buenos datos de afluencia. Sólo en 2008, por ir a diez años antes, no habían llegado a los 1,2 millones. Es el tercer monumento de España con más visitantes , sólo por detrás de los 4,5 de la Sagrada Familia de Barcelona y los 2,7 de la Alhambra de Granada.
Oferta complementaria
El visitante de 1984 sacó su entrada para conocer el interior del templo, pero si vuelve hoy tiene otras oportunidades. Para empezar, está el pase nocturno El Alma de Córdoba , que ha contribuido en buena medida al crecimiento de las personas que llegan hasta el monumento, y que ofrece la oportunidad cuando ya el monumento está cerrado. Tiene una mecánica distinta, mediante reservas, con un audiovisual que ayuda a comprenderlo mejor. Lo inauguraron Don Felipe y Doña Letizia cuando todavía eran Príncipes de Asturias.
En los últimos años se ha sumado, ya de forma definitiva, la visita a la torre campanario como uno de los grandes atractivos. Comenzó a finales de 2014 con entrada diferenciada del resto del conjunto monumental, ya que el aforo estaba limitado a 20 personas, y hasta ahora atrae a una cifra de 85.000 visitantes al año. Dentro de poco más de un año también habrá un Centro de Recepción en el Palacio Episcopal , que permitirá una mejor comprensión de la historia.
Restos de etapas anteriores
También hay novedades en el llamado bosque de columnas. El visitante que hubiese llegado en 1984 no conoció los restos de la basílica de San Vicente , el primer edificio que hubo en ese lugar y sobre el que Abderramán I construyó la Mezquita. Los mosaicos se cubrieron con metacrilato y son visibles ahora.
Antes, en 1996, se inauguró en la zona suroriental el llamado Museo de San Clemente , que parte de los hallazgos arqueológicos realizados por Félix Hernández en la década de 1930. Permite conocer una parte de la historia del edificio más difícil de ver, que es la anterior a la construcción de la Mezquita.
Restauraciones del interior
Como cualquier edificio histórico, la Mezquita-Catedral no ha dejado de restaurarse, y la mayor parte de las actuaciones han estado a cargo de su propietario, el Cabildo. Entre 1993 y 2014 la cifra fue de 20 millones de euros , cuatro veces más que lo que gastaron las instituciones públicas, mientras que a partir de entonces han sido 8,8 millones.
Una gran parte de estos trabajos no son visibles para los visitantes, ya que se trata de la renovación de las tejas, de las cubiertas y de las instalaciones, pero otras sí repercuten en la parte artística. A mediados de la década de 1990 se restauró la torre campanario , con lo que la Puerta del Perdón , que se sitúa debajo, tuvo que estar cerrada varios años. Los trabajos mejoraron y consolidaron la construcción, pero también descubrieron la cara oriental del antiguo alminar , sobre el que se construyó la torre, y que ahora es visible para quienes suben.
La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía fue quien intervino en la parroquia del Sagrario , la iglesia integrada en el monumento que atiende a los vecinos de la feligresía de la Catedral. Fruto de este trabajo, entre 1999 y 2000 se restauraron las pinturas de Cesare Arbassia que están en el techo, y que le valen a este rincón del monumento el sobrenombre de « La Sixtina Andaluza », por la belleza de su decoración.
El visitante que llegara a la Mezquita-Catedral en 1984 y volviera en 2019 recordaría también distinto el corazón del templo católico , es decir, el altar mayor, el crucero y el coro. No es la zona más admirada, aunque los arquitectos y los expertos han insistido en que es fundamental para la comprensión del edificio al completo. El Cabildo realizó unas obras en el altar mayor en 2003 y 2004, que supusieron una inversión de 1,5 millones de euros, y a partir de entonces continuaron, pero esta vez financiadas por el Ministerio de Cultura, que invirtió una cifra de 3,4 millones cuando al frente estaba Carmen Calvo.
En el resultado de los trabajos, que devolvió el esplendor a la intervención renacentista en el templo, fue importante la recuperación de la luz. Cuando los Hernán Ruiz acometieron esta obra, la percepción del templo cambió de forma relevante, ya que recibió una nueva fuente de luminosidad . Se perdió en parte en el terremoto de Lisboa, el 1 de noviembre de 1755. No provocó graves daños al edificio, aunque sí que sufrió la torre, pero cayeron trozos de cristales de las ventanas superiores, y por lo tanto el Cabildo procedió a cerrarlas en previsión de que volviese a suceder lo mismo. Los trabajos recupararon esa luz original y facilitaron la comprensión de este espacio. El Cabildo ha restaurado además en los últimos años decenas de capillas interiores.
Puertas y exterior
En el exterior del templo también se suceden las restauraciones. El trabajo del Cabildo se centra ahora en el muro oriental, el que da a la calle Magistral González Francés. En 2016 terminó la restauración de la Puerta de Santa Catalina , una de las dos más importantes. Le siguió la de San José , donde se eliminaron pérdidas y se frenó el deterioro, y ahora el Cabildo quiere acometer otra y está en plena tramitación para reparar ese andén.
Actividad
La Mezquita-Catedral no es sólo un monumento, sino un lugar con actividad expositiva. Exitosa ha sido este año la muestra de imágenes «Por tu cruz redimiste al mundo» , pero durante el año se suceden otras de menor formato por motivos históricos o artísticos, tanto en el interior como en la galería del Patio de los Naranjos . Han sido también años en los que las cofradías han hecho crecer su presencia allí, primero de forma paulatina y después con la carrera oficial de la Semana Santa .
Futuro
El trabajo continúa. El visitante que llegue en 2019 no los conocerá, pero si elige otro año quizá pueda ver el momento en que comience la restauración del «mihrab» , la joya de Alhakén II, que ya ha tenido un trabajo diagnóstico, y que se tendrá que realizar con un cuidado especial. También está pendiente la recuperación de la Capilla Rea l, una muestra del arte mudéjar único en Córdoba que permanece a la espera de los trabajos que permitan que se pueda visitar.
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